Capítulo 32

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Rise

No quería quedarme allí más del tiempo necesario. Ya había sido difícil permanecer en la misma estación orbital que Nydia, ni pensar en quedarme en el mismo edificio sin poder escapar. Su olor estaba por todas partes, lo impregnaba todo con aquel dulce aroma que me atraía como un imán al metal. Luchar contra mis instintos primarios era algo agotador, y sabía que tarde o temprano acabaría lanzándome sobre ella para apartarla de mi hermano. Cuando la naturaleza humana de un rojo toma el control, el sentido común y la razón desaparecen.

No podía luchar con mi hermano por ella, y menos aun sabiendo que ella lo había elegido. ¡Estaba embarazada, maldita sea! Estaban formando una familia, no podía destruir aquello por un capricho de mi naturaleza. En esa ecuación el que sobraba era yo, así que tenía que alejarme tan rápido y tan lejos como pudiera.

Sin el Merodeador, mis opciones eran limitadas, así que tendría que recurrir a lo primero que encontrase.

Cuando entramos en la órbita de Naroba, no tenía muy claro lo que iba a hacer, pero sabía que tenía que huir lo antes posible. Quedarme en el Santuario no era una buena idea, así que buscaría cualquier excusa para salir de allí.

La suerte me sonrió nada más salir de la nave. En la misma plataforma de aterrizaje estaban embarcando los hombres que habían terminado su ciclo de servicio. Con sus sustitutos ocupando su puesto, algunos de los hombres liberados regresaban a casa para descansar y estar con la familia. La mayoría no tenían a nadie esperándolos, pero regresar al planeta natal era un bálsamo que te ayudaba a recargar energías para continuar en la lucha. Saber que los tuyos seguían adelante gracias a tus esfuerzos, ayudaba a subir la moral de cualquiera.

Nydia había mejorado considerablemente la calidad de vida en las gemelas rojas. Suministros alimenticios, médicos y tecnológicos llegaban con regularidad para paliar las carencias acumuladas por casi 300 años de pobreza. Estar a su servicio no solo era un buen trabajo con el que llevar un sueldo digno al hogar, sino que era una manera de agradecerle todo lo que estaba haciendo por nosotros. Los rojos estábamos en deuda con ella por muchos motivos, y somos personas de honor, apoyamos sin reservas a aquel que nos ayuda.

—¡Ajax! —Grité en el hangar al reconocer a uno de los guerreros que regresaba a casa.

—Lobo Negro, te hemos hecho en falta. —Extendí mi brazo para que pudiéramos saludarnos como solíamos hacer entre guerreros; aferrando el antebrazo del otro.

—He estado ocupado. —Miré hacia atrás para que supiera a qué me refería. De la nave que había dejado atrás estaban desembarcando algunos pasajeros desorientados, y pronto empezarían a descargar los contenedores con el material.

—¿Haciendo de niñera? —Trató de picarme.

—No hay misión pequeña. —Con eso ya debería entender que no necesitaba saber más. —¿Regresas a las gemelas? —Señalé con la cabeza el transporte de pasajeros a nuestra derecha.

—Han sido unas semanas realmente intensas. Algunos nos merecemos descansar un poco. —Había estado hablando con Neil durante el viaje, y sabía que todas las unidades disponibles habían participado en la búsqueda de Nydia. El saber que la búsqueda había finalizado con buenos resultados había liberado de trabajo a la mayoría del personal.

—Si no os importa, me gustaría acompañaros.

—Claro, en unos minutos partimos.

—Voy por mis cosas y enseguida estoy aquí. —Despedí a Ajax para regresar a mi transporte. Localicé a Kalos, que parecía estar recogiendo algunas cosas del equipaje descargado junto a la nave. Él también parecía estar recogiendo sus pertenencias.

El clan del viento - Estrella Errante 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora