Capítulo 42

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Silas

Podía entender el nerviosismo de Khan, el de Columbia. Por eso él estaba allí, tratando de averiguar cuanto sabíamos sobre su implicación en nuestro ¿podría llamarse encarcelamiento? Para mí era una prueba más de que Khan estaba más implicado de lo que parecía.

—Tranquila, todo irá bien. —Tress trataba de darle ánimos a Mehari, mientras avanzábamos hacia el tribunal. Era comprensible su nerviosismo, no por lo que iban a hacer ella y su congénere, sino por todo lo que les rodeaba.

Para haber vivido toda su vida en un planeta cuyo mayor avance tecnológico eran las armas con los que sus opresores les torturaban, llegar a una ciudad enorme con miles de personas acinadas en construcciones artificiales, sin rastro de naturaleza por ninguna parte, era realmente sobrecogedor. Asustados era una palabra que apenas expresaba su estado en aquel momento.

Pero siempre había espacio para un poco más. Entrar al hemiciclo, donde cientos de personas los observaban desde las gradas como si fuesen el plato principal de una comida que iban a devorar, debió de apretar sus intestinos hasta el punto de necesitar salir corriendo a vaciarlos. Aunque no lo hicieron, aguantaron como auténticos guerreros.

—Caso de el pueblo de Adelfia contra Pholion. —Expuso el chambelán en voz alta para que todos pudiesen oírle.

—¿Su majestad desea presidir la causa? —Preguntó el juez supremo del Alto Tribunal. El protocolo así lo dictaba.

—Proceda usted, juez. Yo seguiré el proceso. —Esa fue mi sugerencia, así nadie acusaría a la reina de manipular el juicio en su beneficio.

—Su majestad puede interrumpir en cualquier momento si desea hacer alguna pregunta. —Aunque esa parte no estaba inscrita en el protocolo, sí que era una norma de cortesía que un juez listo y con pretensiones políticas haría para congraciarse con la corona blanca. En la Tierra se diría que trataba de quedar bien con el jefe.

—Gracias. —Nydia inclinó la cabeza de forma condescendiente, dándole a ese "gracias" una connotación más formal.

—Procedamos. Letrado, presente el caso ante esta cámara. —Y ese era mi turno. Había estudiado la manera de llevar toda mi exposición, porque una pequeña desviación acabaría llevándonos a un final que no buscábamos. Y no, no solo queríamos que Pholion pagase por lo que había hecho al pueblo de los veletas, nosotros queríamos el lote completo. ¿Qué cual era? Mejor sigan atentos...

—Se presentan ante este tribunal Mehari y Jubal, ambos miembros del Clan del viento, población situada cerca de la explotación minera R-42 perteneciente a la compañía Pholion. Dicha explotación extrae walkonita en el planeta Delta-6, del sistema Anuak. Los nativos llaman a su planeta Adelfia, por lo que solicitamos en primer lugar que sea inscrito en el registro con dicho nombre. —Podía ver como todos los magistrados repasaban la información, que había preparado para ellos, en sus terminales.

—En Delta-6 Pholion no reportó la presencia de nativos. ¿No serán trabajadores de bajo nivel trasladados hasta la explotación por la compañía? No sería la primera vez que se recurre a mano de obra barata para realizar los trabajos más pesados en este tipo de explotaciones. —El magistrado lanzó una mirada hacia el estrado donde estaban los representantes de la compañía minera, reprochándoles el uso de esas tácticas, pero sabiendo que no iban a castigarles por ponerlas en práctica.

—Si me permite, señoría. —Se adelantó el abogado de Pholion. —En ningún informe de las avanzadillas de exploración se hizo constar la presencia de nativos en el planeta, por lo que se solicitó la explotación del mismo, ya que cumplía con los requisitos para su explotación según los tratados de la confederación. —Los expedientes a los que hacía referencia aparecieron en mi terminal, al igual que seguramente estaba en la de los magistrados.

—¿Un informe hecho por la propia compañía que quiere explotar una mina de Walkonita?, señoría, permítame dudar de la buena fe e integridad de ese informe. —dije en voz alta. Escuché algunos murmullos desde las gradas apoyando mi disertación.

—¿Puede aportar pruebas que demuestren su afirmación, letrado?

—Me he permitido contrastar la peculiar anatomía del pueblo de Adelfia con los registros del códice humanoide, no encontrando ninguna coincidencia. —Hice un gesto a Mehari. Necesitábamos dar un golpe de efecto, y ese le conseguiríamos mostrando aquello que los hacía diferentes al resto.

Ella avanzó un paso hacia adelante, miró a su alrededor, retiró la capa con las que los habíamos cubierto y sacudió su espalda para que sus delicadas alas aparecieran por los costados de su túnica. Bajo las luces del anfiteatro, sus alas brillaron como si estuvieran hechas de plata. Nydia había dicho que eran como alas de libélula. Cuando repasé la base de datos del planeta Tierra, no pude sino estar de acuerdo con aquella apreciación. Salvo por algunas diferencias en tamaño y composición, eran muy parecidas.

—¡Ohhhhh! —Se escuchó por todas las gradas aquella exclamación de asombro. Pero yo todavía no había terminado, necesitaba que, ahora que veían la hermosura y delicadeza de estas criaturas, debía asestar un golpe de efecto.

—Su composición orgánica comparte origen genético con otras muestras botánicas y animales de la fauna autóctona. Por lo que su vinculación al planeta Adelfia es innegable. Su existencia en el planeta no solo se remonta a miles de años atrás, sino que su presencia era sabida por Pholio. Es más, no solo los utilizaron como mano de obra esclava, sino que los sometieron a torturas y aberraciones para conseguir su sumisión. —Hice el gesto hacia Jubal, que se colocó junto a Mehari, retiró su capa y dejó caer su túnica para que todos pudiesen ver las cicatrices que adornaban su espalda, convirtiéndola en una visión dantesca.

Sabía que las cámaras estarían mostrando las enormes cicatrices en la enorme pantalla en la que el público podía ver mejor los detalles que no podían apreciar a simple vista. Y como esperaba, aquella visión sobrecogió al público.

—No voy a ser yo quién exponga lo sucedido, ni como llegaron esas marcas a su espalda. Antes de presentarnos ante este tribunal, dejamos a ambos sujetos bajo la supervisión de un traductor, para que aprendiese su lenguaje, y de esta manera, poder traducir de forma simultánea sus palabras. —la esfera flotante de un asistente apareció junto a nosotros, señal de que estaba dispuesto para traducir en ambos sentidos.

Nydia

Conocer la historia no hacía que fuese menos espeluznante al escucharla de nuevo. Jubal no se derrumbó en ningún momento, no brotó ni una sola lágrima de sus ojos. Mehari sí parecía más afectada, pero igualmente mantuvo su entereza. Parecía mentira como alguien tan frágil podía ser tan fuerte por dentro.

Los de Pholion protestaron con energía, pero los testimonios podían más que sus negaciones de los hechos. Fue entonces cuando Silas pasó a mostrar en imágenes todas las pruebas recopiladas. Los magistrados las estudiarían, al igual que fingiría hacerlas yo. Ya las conocía y sabía perfectamente en cual debía detenerme y preguntar.

—Letrado. Si ha quedado patente que los habitantes originales de Adelfia carecían de tecnología, ¿puede explicar la presencia de ese edificio? —Hice que la imagen del laboratorio de Taras saltase a la pantalla principal, aquella que todos podían ver.

No hacía falta tener un olfato felino para notar el desconcierto en todos los rostros, incluidos la gente de Pholion, en el de Columbia, y el de Khan, varios metros más alejado de ella pero igualmente sentado en la zona destinada a personalidades importantes.

—Pues precisamente fue un hallazgo que nos sorprendió a todos, majestad. Si el tribunal me permite, procederé a exponer los detalles de dicho descubrimiento. —Al resto seguramente le pasaría por alto que habíamos llegado a un nuevo punto de inflexión, pero yo sabía, como lo sabíamos todos los implicados en ello, que era nuestro momento. Taras Noir iba a salir a escena, y con él no solo iba a caer su prestigio como genetista, sino que arrastraría la reputación de alguien más.

Giré la cabeza hacia la puerta de salida más cercana para Columbia, advirtiendo la presencia de un uniforme de la guardia real. Después recorrí distraídamente todas y cada una de las que podrían servirle como segunda opción. Ninguna le serviría. Todas las fichas estaban colocadas en su casilla del tablero, era el momento de tirar los dados y ver qué pasaba. Según los cálculos de Silas, íbamos a machacar a nuestro oponente en esta partida.


El clan del viento - Estrella Errante 3Where stories live. Discover now