Capítulo 43

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Silas

El juez golpeó con el mazo de madera sobre la lasca de metal fundido, determinando que la sentencia que dictaría en ese momento era firme, y al tratarse del Alto tribunal, sería inapelable.

—Este tribunal dictamina que Pholion debe paralizar todas sus actividades, hasta que un equipo técnico dictamine que sus acciones no solo se desarrollan dentro de la ley, sino que no incurren en daños físicos o morales a los afectados o su entorno. En cuanto al hecho probado y ratificado por la autentificación los especialistas, de los daños sufridos en Adelfia, este tribunal condena a Pholion a la restitución del entorno dañado, obligando a la limpieza de todo tóxico existente. Además de reembolsar la cantidad obtenida por la venta del mineral extraído a los propietarios de las tierras usurpadas, siendo subsidiarios de dicho importe, los habitantes que sufrieron la mayor parte de los daños, es decir, no solo las personas esclavizadas y torturadas por los operarios de Pholion, sino a las familias de aquellos que ya fallecieron.

—Eso llevará a la ruina a la empresa. —Gritó uno de los delegados de Pholion.

—¿Cuál es el precio que pone usted, delegado? —Nydia acertó con su pregunta, porque sabía a dónde quería llegar, o mejor dicho, lo intuía.

—La empresa ya invirtió esas ganancias en otras explotaciones, si las detenemos, no podremos ingresar los beneficios que nos solicitan.

—No le he preguntado de dónde van a sacar el dinero, sino cuál es el precio que usted pagaría por las vidas que se han llevado, por las que han destrozado. Su empresa solo ha tenido en cuenta los beneficios, esos con los que usted ha tenido una vida de privilegios con los que otros ni siquiera han llegado a soñar. ¿De verdad necesita esa ropa tan cara para vivir? El precio que tuvo que pagar esa persona de ahí abajo no solo fue su esclavitud, sino que le amputaron unas alas que sí son necesarios para su vida normal. Dígame señor delegado, ¿qué precio le pone al dolor? ¿qué precio le pone a la vida de una persona? —El hombre se quedó callado un momento, como si realmente estuviese calculando esa cantidad. Me daban asco estas personas que sólo piensan en el dinero, sin importarles el precio que les hagan pagar a los demás para conseguirlo.

—Yo...

—Piénselo bien, señor delegado.

—¿El 10% de los beneficios netos del próximo año?

—Creo señorías, que el delegado acaba de dictar su propia sentencia con respecto al castigo que habría que imponerle. Su familia tendrá que vivir con el 10% de lo que tiene, mientras él aprende lo que significa estar en el otro lado. Quizás entonces, ese precio no le parezca del todo justo. —Los murmullos entre el público corrieron como el fuego en un bosque seco. La mayoría eran gente acomodada, por lo que vivían muy alejadas de las dificultades de aquellos que estaban por debajo. Era fácil ablandarles el corazón cuando veían el sufrimiento que otros padecían, pero cuando la amenaza de vivir como ellos amenazaba a uno de los suyos, el miedo los hacía temblar como un vaso de agua en un terremoto.

—¡Protesto! —Gritó el delegado. Decir que me estaba divirtiendo con todo esto era quedarse corto.

Aunque mi cabeza no estaba del todo en la sala, en este momento, sino en la súbita muerte de uno de los delegados de Pholion, que nos obligó a tomar un receso de unos minutos. A Juncal le vino bien, porque había llegado la hora de su comida. Por fortuna el cadáver se retiró, y las pruebas preliminares adelantaron que el hombre se suicidó. Hubo mucho cuchicheo al respecto, pero enseguida se calmó cuando continuamos con el proceso. Sobre todo cuando llegó la detención de Columbia por alta traición. Taras confesó su vinculación con ella para eliminar a la reina blanca allí en Foresta, además de que se destapó su complot para hacerse con un heredero viable que sucediera al difunto rey azul Essus.

Aunque lo intentó, ya estábamos preparados para una posible fuga de esa pájara violeta. "Pájara", tanto tiempo entre mercenarios estaba enriqueciendo mi vocabulario con palabras poco correctas.

—No se preocupe, no estará solo. Todos los responsables de esta violación de los derechos humanos, correrá su misma suerte, desde el más alto rango, hasta el capataz que manejó el látigo. Y como no soy tan cruel, yo escogería para ustedes unas minas que no estuviesen bajo su control, creo que conozco algunas en Foresta, pero seguro que encontramos más.

—Una sugerencia excelente, alteza. —No es que estuviese demasiado contento el juez principal de que usurpasen su autoridad, seguramente habría sido más benévolo, porque todos tenemos favores que devolver o que cobrar. Pero como dije, ¿Quién se atrevería a contradecir a la autoridad suprema?

—Continúe, por favor. Todavía quedan algunos detalles que cerrar y deseo irme de aquí. Tengo más tareas que hacer en el día de hoy. —El juez principal asintió obediente.

—A la consejera del pueblo violeta en el Consejo de los Altos, por su conspiración por asesinato, este tribunal la condena al aislamiento en las celdas de la fosa norte, donde permanecerá recluida hasta el fin de sus días. Salvo si la petición del pueblo azul para su extradición por el delito de usurpación de la corona, con la utilización de artes poco honrosas, prospera, en cuyo caso será enviada al tribunal competente, donde será juzgada por dichos delitos. Si dicho juicio terminase en condena, esta pasará a unirse a la actual, tal y como queda establecido en la ley orgánica de la unificación de casas.

—Iré a por ti, zorra. —Gritó Columbia desde el lugar en el que la mantenían retenida.

—En cuanto a la abolición de el rango de "creaciones para el servicio" que regía a los ángeles, este tribunal reconoce su inclusión como miembros de... —He aquí el problema.—No tenemos constancia de qué casa debería acogerlos, alteza. Así que lo único que podemos hacer es proclamar su condición de libertos, y que no pueden pertenecer como propiedad a ningún otro ser vivo que pertenezca a la Confederación. —Había muchas formas de enmascarar la esclavitud, y un contrato de trabajo mal pagado, podía convertirlos en siervos, camino que el juez había dejado abierto. El hombre había sido muy hábil, de esa manera no se enemistaba completamente con el pueblo violeta, y le permitía seguir explotando una mano de obra barata y sumisa, al menos en el campo militar y primario. Nosotros los amarillos, y muchas otras casas, utilizamos robots para todas esas tareas peligrosas o aburridas que nadie quiere hacer. Pero claro, a los robots no puedes humillarles, a otro ser humano sí, sobre todo una que sepa que lo estás haciendo y no pueda alzarse en tu contra o detenerte. Y la humillación, el dejar claro que están por encima del resto, que son mejores que el resto, es la máxima que todo violeta aprende desde pequeño.

En fin, al menos habíamos conseguido algo, al menos hasta que Nydia pudiese curar a su árbol. Y si mis sospechas se confirmaban, la confederación de las seis casas pasaría a ser de siete. El índigo era un nuevo color, y como tal, tenía derecho a tener su propia representación, y con eso llegaba un trono en el Consejo de los Altos. Pero eso vendría después, ahora teníamos que dejar que el cambio se produjese paso a paso, porque de no ser así, los trabajos que supondría hacer esta nueva incorporación podían convertirse en un infierno. Si algo he constatado en mis décadas de observación, es que el hombre, da igual su origen, acepta los cambios cuando son pequeños, no así con los grandes, al menos no de forma rápida. Ahora bien, si provocabas varios pequeños cambios con un pequeño período de tiempo para acostumbrarse, al final consigues un gran cambio.

—Me parece correcto. Bien, si esta vista ha terminado, me gustaría retirarme. ¿Podría cerrar la sesión?

—Por supuesto, alteza. —El juez principal golpeó con su mazo. —Doy orden para las sentencias determinadas en esta vista sean oficiales a partir de ahora. —Otro golpe con su mazo. —Queda cerrada la sesión. —Y dicho esto, lo que había sido un amortiguado murmullo se convirtió en un fuerte vocerío dentro del hemiciclo.

Los que estuvieron presentes nunca olvidarían este día, porque, aunque algunos se quejarían y no dieran crédito a lo que había ocurrido, acabábamos de hacer historia. Definitivamente, el reinado de la reina blanca Nydia iba a ser el ciclo de los cambios.


El clan del viento - Estrella Errante 3Where stories live. Discover now