Capítulo 15

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Kalos

No sé si llamarlo bosque o selva, pero caminamos por él mientras algunos se dedicaban a ir recolectando frutas de algunos árboles. Era fascinante ver como pasaban de una copa a otra para cortar los frutos que crecían cerca del pináculo, dejándolos caer a nuestros pies.

—Cuidado. —Mehari me apartó para evitar que uno de aquellos enormes frutos cayese encima de mí. Por el ruido que hacían al impactar contra el acolchado suelo de hojas, seguramente podrían abrirle la cabeza a cualquiera de nosotros.

—Gracias. —Mehari cogió uno de los frutos con rapidez, y se alejó al lugar donde dos o tres personas estaban quitándoles la vaina protectora, para dejar al descubierto una semilla de dura corteza.

—Cocoa. —Mehari me tendió uno de las semillas, dejándola en la palma de mi mano cubriéndola casi entera. No era muy pesada, era como si estuviese hueca.

—Cocoa. —Repetí. Con una destreza que me fascinó, tomó la semilla, la giró y colocó un utensilio puntiagudo, parecido a un punzón, en una especie de ojo que tenía en uno de los extremos. Apoyándose en una roca, Mehari golpeó el punzón, perforando la dura cáscara de la semilla. Repitió el proceso con otro de los "ojos", y después me lo tendió.

—Agua. —Agitó la semilla para que escuchase el líquido de su interior. —Bebe. —Hizo el ademán de beber ella, y después me tendió la semilla con una sonrisa. Con cuidado coloqué una de las perforaciones junto a mi boca y succioné, o mejor dicho, aspiré el líquido que se derramaba por la abertura. Era refrescante, un poco dulce, y por lo que mi experto paladar detectó, cargado de electrolitos. Cuando sobrevives a base de preparados reconstituyentes en las misiones y los entrenamientos, aprendes a identificar los componentes por su sabor.

—Muy rico. —Señalé la cocoa, y ella asintió satisfecha. Retiró mi ¿podría llamarla cantimplora selvática?, como decía, retiró la cocoa de mi mano y se la entregó a un compañero que estaba sentado junto a un montón de ellas. —¿Qué hace? —Pregunté. Sentía curiosidad por saber qué hacía. Estaba metiendo algo en la cocoa con un embudo fabricado con una enorme hoja.

—Cocoa furiosa. —No entendí muy bien lo que era, así que trató de explicármelo con gestos. Al final creí entender que se golpeaba contra el suelo, se rompía y salían algunas cosas esparcidas. Supuse que sería una versión rústica de una pequeña bomba explosiva. —Tú lejos. —Me advirtió. —Pica.

—Estaré lejos. —Prometí.

Apenas avanzamos otros 200 codos cuando nos detuvimos de nuevo, pero esta vez no fue para fabricar armas, sino para observar. Recordaba el lugar, o al menos se parecía mucho donde cayó mi cápsula de salvamento. Había un impresionante desfiladero a nuestros pies, aunque nosotros no estábamos en la parte más alta, sino que esa estaba al otro lado. Teníamos frente a nosotros un enorme muro de roca que debía abarcar tres khets de ancho, y alrededor de 150 codos de alto. Una pared realmente impenetrable, aunque tenía una enorme mella a escasos 10 codos a nuestra derecha.

—Valle al otro lado. —Mehari señalo la pared de roca, o sería más correcto llamarle montaña, frente a nosotros.

—Así que tenemos que alcanzar el otro lado. —Tendrían que volar muy alto, además de luchar con la fuerte corriente de aire que parecía recorrer todo el cañón de lado a lado.

¿Podrían hacerlo? Apenas los había visto saltar de árbol en árbol, cubriendo distancias cortas. Casi podrían pasar por canguros arborícolas, aunque estos tenían alas que podían batir, no una simple membrana entre las partas que les ayude a planear. Volar... Si yo tuviese mis alas podría pasar al otro lado sin ningún problema. Pero no las tenía, así que dejaría el aire para el que pudiese utilizarlo.

El clan del viento - Estrella Errante 3Where stories live. Discover now