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Con la emoción que sentía no pudo aguantar el saltar y correr por su bosque, usando cada posibilidad para trepar árboles o abrazar animales solo para descargarse un poco de camino a su cueva.

México no estaba allí, lo cual era mejor para él porque era Chile con quien quería hablar. El chileno estaba allí, sentado en el suelo con los ojos cerrados, sus orejas estaban pegadas a su craneo, como si tratara de evitar las voces del bosque y meditar en silencio por un rato.
Era cierto que, desde la destrucción masiva del bosque, había estado mucho más callado y frío de lo normal, en luto.

Pero Argentina no podía pensar en eso, estaba demasiado emocionado en ese momento como para pensar en los sentimientos de su amigo.

- ¡Chile! - Lo llamó, casi tirándose frente a él, haciendo que el ninfo de flora se sobresaltara - ¡No te puedo explicar lo emocionado que estoy! Escuchame, estuve hablando con Canadá y puede que Perú esté con vida y... - Con cada palabra se exaltaba más, tan solo quería compartir las buenas noticias con su amigo

Pero...
Chile no estaba de humor para escucharlo.
Se levantó con una mirada molesta y le dio la espalda sin decir una palabra.

Fue solo en ese momento que Argentina recordó la tragedia que había pasado y el dolor que Chile estaba atravesando... Algo que había sido producto de los humanos, seres con los que Argentina se había obsecionado, hiriendo aún más al tricolor.

Pero él también sintió su corazón partirse con la frialdad de su amigo.
Claro, de los tres Chile siempre había sido el más callado, inexpresivo y enigmatico, pero nunca había llegado a ser frío, era dulce, paciente y comprensivo... ese odio que salía de él era tan doloroso como la mordedura de un feroz lobo.

- Chile... - Murmuró su nombre, pero el chileno seguió ignorándolo - Por favor... yo sé que estás enojado, pero... no me odies, por favor... - Suplicó, sus ojos cristalizándose ante la idea de ser odiado por quien tanto quería

El chileno paró las orejas en ese momento, escuchando con atención al argentino más sin moverse de su lugar o darle la cara en ningun momento.

- Yo... sé que los humanos son los seres más desalmados del mundo... sé que los odias y con razón pero... no puedo evitarlo... S-Se parece tanto a Perú... - Argentina confezó entre sollozos en los que su voz comenzaba a quebrar, por una vez lloró sin preocuparse por las lágrimas - Él... él es tan amable y dulce y tierno y... y... - Finalmente el llanto fue demasiado fuerte como para dejarlo hablar, y quedó mirando al suelo, rindiéndose de decir algo más

Por momentos realmente creyó que quedaría solo en el lugar, sin consuelo presente.
Pero, sorpresivamente, fue rodeado por el cálido abrazo de Chile.

- No llori'... me pone mal - Murmuró afectado, usando una se sus manos para secar las lágrimas del contrario

El argentino sonrió en pequeño y volvió a abrazar a Chile con aún más fuerza.

- ¿Qué decíai' de Perú estando con vida? - Preguntó por fin el chileno a la vez que acariciaba la cabeza de su amigo

Realmente, en el fondo, él también quería creer en la esperanza del anteriormente perdido ninfo de viento estando aún vivo.

- Ah... Canadá piensa que el tipo que se robó a Perú probablemente todavía lo tiene... yo traté de acordarme cómo se veía, pero mi mente lo borró por completo... - Confesó, dejando de lado la parte de USA habiéndolo conocido

Chile había estado de luto y negándose a escuchar a las plantas hablar, así que probablemente aún no sabía del involucramiento del norteamericano en la investigación.

Los ninfos (CanArg)Where stories live. Discover now