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- ¡ARGENTINA! -

Canadá gritó, sintiendo sus órganos retocérsele en el interior al ver como el cuerpo flácido del argentino caía desde lo alto, dejando a su paso un rastro de sangre en el aire que brotaba de la herida en su abdomen.
El tiempo se detuvo con cada nueva gota carmín que sucumbía contra el suelo, podía ver su expresión paralizada en una sorpresa incrédula, y a pesar de que el tiempo pareciera infinito no parecía que le alcanzaran los segundos para reaccionar al dolor.

Y después su cuerpo cayó al agua, primero con un chapoteo estruendoso y después hundiéndose en puro silencio, tiñiendo en su caída el agua de rojo en donde había desaparecido.

A Canadá lo abrumó una ola de sentimientos y emociones mientras suplicaba por el argentino saliendo a flote otra vez, todo aquello salió de él en forma de una catarata de lágrimas, cada una por un dolor nuevo: A veces por pena, otras por rabia, odio, impotencia, culpa, todas y cada una como nuevos cortes en su piel, le hacían imperventilar y sollozar en lo alto porque todo se había perdido.
Y todo... todo era culpa de ese hijo de puta que tenía enfrente, a quien miró con un filo apuñalante, frío como un témpano de hielo atravesándole el pecho.

- You... YOU SON OF A BITCH  (Tú... HIJO DE PUTA) - Soltó en un graznido herido

Saltó al instante contra el que solía ser su padre, golpeandolo con la fuerza suficiente como para romperle la nariz y que cayera al suelo.

- I HATE YOU, I HATE YOU, I HATE YOU. - Repitió una y otra vez, tratando de exorcizar su dolor mientras repetidas veces lo golpeaba

Sabía que el cuerpo del europeo había ya caído rendido y ya no respondía a pesar de que respirara ligeramente. Quería acabar con él ahí y ahora de una buena vez, pero sus puños perdieron dinamismo y sus brazos perdieron fuerza mientras las lágrimas lo hacían cada vez más debil hasta que ya no pudo hacer más que llorar e hiperventilar sobre el cuerpo del británico.
Miraba al cielo y gritaba injusticia, la garganta ardiéndole pero no podía dejar de lamentarse y apretarse los hombros hasta hacerce daño porque ya no podía aguantar esa sensación, esa risa que el destino le daba porque tan cerca habái estado de rozar la victoria solo para que se arruinara de un momento a otro.

¿Qué haría ahora, sabiendo que ni con todas sus fuerzas pudo salvar a quien más amaba? ¿Sabiendo que venía de la sangre de un hijo de puta? ¿Qué le diría a todos aquellos a quienes había prometido traer a Argentina sano y salvo?

¿Cómo viviría sabiendo que no sentiría nunca más el calor de su amado?


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El aire se le escapaba en forma de burbujas lejanas, ellas que se llevaban toda la fuerza de su cuerpo para salir a flote y buscar la libertad que había perdido, él quería seguirlas, pero el cuerpo le pesaba tanto... caía en cada vez más oscuridad y esta lo agarraba con las garras y lo hundía cada vez más profundo, le razgaba la piel sin misericordia, y aquellas burbujas que cada vez tardaban más en llegar a la superficie le dejaban en claro que esa no era su imaginación, que realmente estaba cayendo lentamente a modo de tortura.

Los ninfos (CanArg)Where stories live. Discover now