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Un silencio sepulcral había tomado control de su mente, incluso cuando el silvido del viento se colaba por entre las ramas semi-desnudas de los árboles o si gruñidos hostiles crecían de las gargantas de las dos bestias frente a él, él no lograba escuchar nada.

Todas sus sensaciones se habían enterrado en el pánico al final, los únicos que seguían en pie eran sus ojos bien abiertos, observando en la altura a esa silueta oscura irradiar un odio inigualable sin una palabra, apenas era capaz de distinguir en las sombras sus ojos brillantes de tono ámbar, clavándose sus pupilas filosas en él.

- W-Wait... no, no lo entiendes - El canadiense negó con la cabeza, luchando la paralisis que le generaba ese extraño respeto que la figura demandaba con su simple presencia

- Cierra la boca. - Soltó ese hombre con furia, razgando la madera del tronco en el que se paraba - Callate, eres tú el que no entiende nada - Escupió molesto, su mirada filosa siempre clavada en él, como un predador cazando a su presa

- No, mira... ¡S-Soy amigo de Argentina! - Trató de explicarse, pero lo cortó el contrario

- ¡CÓMO TE ATREVES A DECIR SU NOMBRE! - Vociferó el hombre, alzando sus alas al cielo en una muestra de intimidación y superioridad, su voz parecía ir con la fuerza del viento, que le revoloteó el pelo con violencia

Como reflejo Canadá se pegó aún más al tronco, viendo a esa silueta pararse recto en un arrebato de hostilidad observando a sus lobos avanzar cada vez más, juraría que notó en sus ojos el morbo de querer ver a esas bestias despedazarlo por completo.

- Arruinaste a mi familia - Murmuró su voz oscura flaqueando por el dolor, sus manos se clavaban en la madera con tanta ferocidad que temblaban - Arruinaste nuestras vidas. Por culpa de ustedes, DOS de mis hermanos están muertos, DOS de los niños que vi crecer y crié bajo mis alas, DOS integrantes de MI familia... - Le reclamó - Pero seres como tú no tienen corzón, no tienen compasión, no saben el dolor de perder a alguien que aman porque solo se aman a ustedes mismos... así que haré que comprendas ese dolor - Abrió los ojos con aire casi enfermizo, sádicamente esperando con expectación a que los lobos llegaran hasta él - Haré que pierdas a lo único que amas en el mundo... que pierdas tu propia vida - Finalizó en un gruñido grave

Canadá sintió su sangre congelarse y su cuerpo temblar con terror, los lobos se acercaban cada vez más, mostrando sus fauces afiladas sin escrúpulos y babeando ya con la idea de despedazarlo, incluso parecían caminar lento con la simple idea de torturarlo. Mientras tanto, esa silueta alada solo miraba desde arriba, sin siquiera parpadear para no perderse lo que pasaría.

Miraba a todos lados en un intento desesperado de encontrar una salida, había entrado allí con la idea de conseguir ayuda de los dos ninfos restantes, pero en esos momentos solo esperaba salir con vida.

- PLEASE! ¡Puedo explicarlo! - Suplicó, tratando de ganar al menos un rastro de simpatía - ¡Yo no tengo nada que ver con lo que pasó! ¡Yo lo amaba! - Juró con los ojos cristalizados en pánico

Pero la figura no respondió, por instantes frunció el ceño, pero sus labios se mantuvieron sellados.
Pesados avanzaban los predadores hacia él, con sus garras golpeando el suelo y marcándolo a su paso. Canadá no pudo evitar sollozar ante esa situación, apretando los puños mientras suplicaba esperanzado por alguna salvación, por no morir allí de una manera tan dolorosa sin siquiera poder dar su idea para salvar a Argentina... la única persona de la cual quería despedirse antes de acabar así.

- México, DETENTE. - Pero una voz celestial salió a su rescate repentino a modo de grito

Pudo respirar nuevamente una vez vio a los lobos detenerse y mirar hacia la figura entre las sombras, quien alzó sus alas nuevamente para descender hacia el suelo de una aleteada veloz, allí, un poco más a la luz, Canadá pudo verlo mejor: De cuerpo curvilineo, pero más grande y marcado que el de otros ninfos, con dos distinguidas alas marrones tan grandes como su cuerpo, reconoció en su rostro la bandera de México y en sus ojos ambarinos el brillo del odio puro que le había estado dedicando.

Los ninfos (CanArg)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz