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Argentina había experimentado mucho en su vida, pero jamás se topó con el sentimiento de veneno en sus venas, tomando la forma del odio corrosivo que le invadió los sentidos al segundo que ese hombre se paró frente a ellos.

Era amante de cada ser vivo, desde los normales delicados del día a día al que se había acostumbrado, hasta incluso esos humanos peligrosos del que tanto le habían advertido.
Podía ver ese ápice de esperanza e inocencia en ellos, incluso si nadie más lo hacía.

Pero, cuando se trataba de ese hombre... era como si no fuera un ser vivo a sus ojos... solo una vil sombra de la maldad encarnada, un cuerpo putrefacto que aún sonríe con superioridad a su alrededor, incluso siendo una simple basura.
Su cuerpo le rogaba estremecerse en asco, casi como si pudiera percibir en el aire el olor a cadáver.

Tenerlo allí, bien parado acomodándose el traje, con sus ojos rojizos pegándose a los ninfos en sus jaulas... le daba ganas de escapar de su caja y arrancarle esa sonrisa orgullosa de un rasguño.

Pero no podía.
Seguía atrapado.
Y ver cómo ese UK se acercaba a él a paso lento, tan solo lo hacía retroceder y pegarse a la pared con rechazo.

Incluso en esas circunstancias, aún era incapaz de atacar a nadie...

Con la reja de su jaula ahora abierta, el argentino por momentos se vio en la tentación de luchar para salir corriendo, pero quedó extrañamente paralizado, debía ser el terror de que la mano del europeo se estuviera acercando a él. Lo tomaron con fuerza del pelo, obligándolo a salir entre sus lloros y súplicas, alimentadas por el dolor físico y la vergüenza de ser maltratado.
Si tan solo pudiera ir contra su naturaleza y defenderse... si tan solo no temblara con la simple respiración del otro.

Se sentía tan facil cuando estaba atrapado, cuando aún los separaba la reja de su caja... pero ahora que lo tenía cara a cara, mostrando su dominancia a la fuerza, era como si lo adoptara una sensación completamente distinta.
No era rabia, era miedo.

Pronto sin embargo lo soltó, dejándolo respirar más tranquilo mientras se acostumbraba a la luz cegadora del lugar, tan blanca que le hacía doler los ojos.
Así, cuando pudo por fin distinguir sus alrededores, se encontró con los hombres de UK rodeándolos, sus ropas oscuras y escudadas para que no les pudieran hacer daño y todos cargando objetos de color metálico en sus manos... aunque el argentino no pudo reconocer que éran.
Aún así, con las caras serias y agresivas que esas personas llevaban... no creía que esos objetos metalizados fueran muy inocentes.

Pero nada de eso fue importante... ni la molesta luz, ni el miedo que generaba el europeo, ni los hombres blindados o sus objetos peligrosos, nada importó cuando UK sacó al segundo ninfo de su jaula.

No importaba cuántas veces lo había recordado.
No importaba cuántas veces lo había imaginado.
Nada se igualó a aquel momento, cuando por fin pudo ver a Perú por completo, de pies a cabeza, sin esa pared en el medio separándolos, ni la distancia del bosque hasta ese lugar... estaba igual a cómo lo recordaba.

Con el mismo cuerpo blanquecino lleno de marcas rojizas. Las mismas orejas marrones, casi negras, con sus puntas mirando rectas al cielo. La misma postura educada y firme. Con esas hojas que tan bonitas le quedaban atadas a su cintura y cuello. Esas mismas flores decorando su pierna izquierda, blancas y delicadas, que parecían haber vivido milenios sin dañarse. La misma cola corta, moviéndose de lado a lado por la emoción de verlo. Y esos ojos... esos cristalizados por amor ojos de miel.
Mirándolo con el mismo viejo afecto de siempre.

Perú realmente estaba frente a él otra vez.

La garganta se le cerró mientras sus extremidades ligeramente empezaban a temblar, casi asustado de que ello fuera un simple espejismo causado por la desesperación de haberlo buscado tanto mezclado con el dolor de terminar allí atrapado.
Pero, cuando entre lagrimas salió corriendo y se abalanzó sobre su cuerpo para poder sentir nuevamente el cariño que había estado necesitando, supo con seguridad que esa era la realidad.

Los ninfos (CanArg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora