Capítulo 11: Cuarzo azúl como ojos

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Abriendo los ojos de par en par, capté, lo que decía el dije era el eslogan de una organización... esto ya es muy peligroso, no sabía si continuar con esto y dejarlo pasar por alto, pero mi familia y yo estaríamos en un gran peligro, es demasiado, no puedo soportar esto... fueron demasiadas cosas para un solo día; cabello con piel sobre una mancha de sangre, un cadáver y un dije en él... con un eslogan de una posible organización secreta. No podía procesar tantas cosas... con un suspiro cansado, puse las manos en la nuca y me recosté, con el ceño fruncido y los ojos cerrados pensaba en qué iba a hacer el día siguiente, si se lo iba a decir a Ben o guardármelo para mí... sin darme cuenta me quedé dormida.


Frunciendo el ceño por los irritantes rayos de sol, desperté, aún tenía la ropa que me había puesto en el lugar a donde fuimos y el dije en la mano, qué asco, la sangre se había despegado y se me mancho la mano, se mezcló con el sudor de mi mano, me vi la mano con una mueca de desagrado y me levanté a lavarme las manos. Mientras me lavaba las manos, me vi al espejo, tenía unas ojeras enormes, parecía un mapache... uno que no había dormido en 3 días. Lavé el dije también, pero el jabón se quedó pegado entre las plumas tan detalladas que tenía, enjuagando el dije, noté que realmente era lindo y elegante, tenía cuarzo de color azul en lugar de ojos, parecía estar hecho de platino. Cuando al fin terminé de sacar el jabón de entre las alas, lo sequé con la toalla que colgaba a lado del lavamanos.


Jalando un poco mi playera para olerla, noté que en realidad apestaba, sudé demasiado el día anterior. Me saqué la ropa para meterme a bañar, el agua estaba helada, y una ligara brisa entraba por la diminuta ventana que se encontraba a lado de la repisa para los jabones, casi me da hipotermia del frío que me dio. Me vestí con mis típicos vans, un short, una camiseta de un gato hipster y... me puse el dije para no perderlo, cuando me lo puse, me recorrió un escalofrío desde la punta de los pies hasta la coronilla, recordé a detalle cuando lo saque con el tremendo tirón que le dí.


Bajé las escaleras con lentitud y vi que mamá estaba haciendo el desayuno, olía tan rico que creo que babeé mi barbilla. Mamá me sonrió tiernamente y me dijo:

-Siéntate amor, ya casi esta listo, sólo me falta el pan.

-¿Hiciste tocino, verdad?

-Claro, esta súper dorado.

Puse los ojos blancos e hice la cabeza hacia atrás mientras sacaba la lengua, amo el tocino, amo la carne, pero amo más el tocino que hace mi mamá y aún más cuando dice que está súper dorado.


Cuando mamá llamó para que nos sentáramos, corrí a sentarme a la velocidad del trueno. Ben bajó las escaleras al oír el llamado de la comida, digo mamá. Bajó agitándose el cabello y con una cara de fastidio, como siempre, llevaba unos jeans, unos converse y una camiseta con un símbolo celta. Se sentó enfrente mío sin dejar de revolverse el cabello y tener una expresión de fastidio absoluto, luego dijo un buenos días con un tono de voz de obligación. Abrió los ojos por fin y vi que sus ojos estaban rojos, como si no hubiera dormido en toda la noche. Mamá, preocupada, le preguntó porqué tenía los ojos tan rojos, él, con un bostezo y apoyando la mejilla en la palma de la mano con el codo sobre el comedor dijo secamente:

-No pude dormir en toda la noche, me desperté varias veces durante la madrugada, eso es todo, no te preocupes.

Mamá levantó las cejas a modo de sorpresa, pues Ben tiene un sueño pesadísimo. Cuando por fin tuve la comida en frente de mi, la devoré como animal, moría de hambre. Me levanté un poquito de la silla para alcanzar el plato de la fruta y entonces, se me salió el dije de la blusa, quedando colgado a la vista de todos, mamá no lo notó en absoluto, pero Ben, al verlo, abrió los ojos como platos y tosió el té de limón que bebía. Mamá se sobre saltó cuando escuchó a Ben ahogarse con el té, se paró corriendo a levantárle los brazos a mi hermano. cuando volvió a tomar aire, tenía los ojos más rojos aún y le corrían unas lágrimas enormes por las mejillas, mamá inmediatamente le preguntó por qué empezó a toser así, él me volteó a ver y dijo vagamente:


-Es que vi a un gato en la ventana muy repentinamente y me asustó.


Mamá se llevó una mano al pecho y dejo salir un suspiro, se asustó muy feo, creyó que se le había atorado algo en la garganta. Después de darle un enorme trago a su vaso de agua, se sentó para continuar comiendo. Ben me lanzó una mirada interrogadora, hablamos a través de lenguaje de gestos silenciosos faciales, tan silencioso que mamá no apartó su mirada de su plato. Cuando terminamos de comer, levanté mi plato y el resto de los platos para llevarlos a enjuagar, Ben fue a dejarme un vaso como excusa para preguntarme gritando en silencio:

-¡¿Por qué tienes eso en el cuello?! ¡¿No recuerdas de donde lo sacaste?!

-Cállate, mamá te escuchará.


Ben se dio la vuelta cruzando los brazos, y me respondió con su típica cara de fastidio:

-Está bien, te pondré ese vídeo juego, pero sólo por esta vez, eh.


Capté lo que quería decir "Ven a mi cuarto, te salvarás de esta sólo esta vez".

Dejé salir un chillido de emoción y le dije:

-¡Gracias! Ya verás como te hago añicos. ("Tócame y te rompo la cara")


Cuando acabé de enjuagar todos los platos, me dirigí a la habitación de Ben, abrí la puerta y entré a la penumbra absoluta, sólo estaba iluminado por la pantalla de su computadora. Ben se giró hacia mi en su silla giratoria, con la pierna cruzada y los dedos entrelazados con la boca en ellos, no me sorprendería que dijera algo como "Te estaba esperando". Se puso de pie y me miró con superioridad desde arriba, y dijo con tono decepcionado mientras se ponía los dedos para cubrirse los ojos:

-¿Por qué razón tienes esa cosa puesta?

-No quería que se perdiera

-Sí, pero pudiste haberla guardado en una caja debajo de tu cama, nadie se atreve a ni siquiera asomarse debajo de tu cama.

-... OK, eso es cierto, pero es más seguro si lo llevo conmigo.

-¿Que acaso no recuerdas de donde salió?

-Agh, sí, pero...

-¿Qué?

Medité durante unos segundos si debía decirle lo que decía el dije o no decirle y sacarle la vuelta al tema... lo volteé a mirar a los ojos, alzando la cabeza dije:

-El dije tiene algo grabado

-¿Qué?

-S-sí, mira

Me saqué el dije y se lo di en la palma de su mano.

-Mira la parte de atrás

-A ver... ah... ¿"Nosotros somos la verdadera inteligencia?"

-¿No te suena a eslogan de... una sociedad secreta?

-Sí... pero... ¿Q-qué clase de sociedad?

-...Eso no lo pensé.

-P-podría ser una sociedad mala.

-No lo creo... A menos que...

-¿Q-qué? Esto se pone cada vez más peligroso, Sofía... creo que mejor deberíamos...

-No, no podemos dejarlo pasar por alto, si no descubrimos en realidad lo que pasa, estaremos en un grabe peligro al dejar que mamá siga con ese hombre.

-Sí pero... esto es muy peligroso para dos adolescentes.

-Lo será más si mamá sigue con él, y debemos descubrirlo antes de que algo en verdad malo pase.


Mi padrastroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora