Capítulo 26: Quemar la casa

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Hice una ligera mueca de interrogación, de verdad... ¿Los sueños pueden decir el futuro? bueno, no lo iba a descubrir quedándome ahí, bloqueé  la pantalla del celular y lo guardé en uno de mis bolsillos. Era temprano, bueno, para mí. Pero ya hacía hambre así que decidí ir a despertar a Ben para hacer el desayuno. Me levanté de orilla de la cama donde me había lanzado antes y salí de mi recamara. Caminé hasta que llegué a la puerta de mi hermano, la cual estaba hasta el fondo del pasillo, dudé un poco, ya que despertar a Ben tan temprano era como... suicidio, en ese momento me rugió el estómago, no me importó mi vida toqué la puerta con dos nudillos. Al fondo se escuchaba el opaco y sordo sonido de la voz de Ben al recién despertar:

-UHHHG, ¿Qué diablos quieres a estas horas? Maldita sea, ¡Déjame dormir!

-Tengo hambre, te llamo porque haré el desayuno y no haré más para ti... y no quiero comer sola; así que ¡Levántate de una buena vez! ¡Maldición!

-No me jodas, ¿Es esa la razón?... Uhg... en situaciones como éstas te odio, vale, bajaré en 15 minutos ¡Ya! ¡Fuera de aquí!

-Más vale que sí salgas de ahí en 15 minutos o te aniquilo.


No me gustaba hablar así con Ben, pero se ponía muy irritable a la hora de despertar y me tenía que poner al nivel de su vocabulario para calmarlo. 


Bajé las escaleras mientras me hacía una cola de caballo, llegué a la cocina y me puse un delantal, el cual estaba sucio por la lasaña de la noche anterior, pero era eso o ensuciar mi ropa; me amarré el delantal rojo de lunares negros que yo había usado y me puse a pensar en qué iba a hacer para desayunar y como no me decidía mejor me puse a limpiar el desastre que Paola y yo habíamos hecho en la cocina. Tomé todo lo que usamos para preparar la lasaña y lo metí en el lavaplatos, el agua a esa hora de la mañana estaba muy helada, me ayudó a despertar y procedí con lavar los cuchillos, las cucharas, el molde, todo. También limpié la barra, había restos de verduras por toda la barra al igual que frascos y paquetes abiertos, por suerte no había plagas en mi casa. 


Me aburría limpiando y decidí por poner música en el estéreo, puse Hotel California y lancé el control al sofá. Comencé a mover la cabeza en compás con la música, lenta y delicadamente, dejándo colgar y moviendo los brazos de izquierda y derecha. Cuando me di cuenta que Ben me veía desde las escaleras, me detuve en seco, girando la vista de un lado a otro, disimulando que nada había pasado, luego se cubrió la boca con los nudillos tratando de disimular una risa realmente obvia que se escuchaba hasta donde yo estaba. 


Le pregunté qué quería desayunar para evadir el hecho que se estaba riendo de mí. Frunció sus delgados labios y giró sus ojos en torno a sus cejas buscando una respuesta. Después de unos segundos dijo que quería panqueques. Le dije que por lo menos preparara el jugo de naranja y que pusiera a hervir agua para mi café. Después de su largo "Uhg" comenzó a hacer lo que le pedí. 


Procedí con lo que iba a preparar, saqué la harina de la alacena y la vertí en un bowl, luego le añadí la leche, la mantequilla derretida y por último el huevo. Lo mezclé todo hasta que no hubiera ningún grumo, sentía que mi brazo de había hecho más poderoso. Al final puse a derretir mantequilla en una sartén caliente, luego hice los panqueques; cuando mamá no estaba, Ben y yo comíamos de más, porque no había quien nos dijera que no. En ese preciso instante recordé que no había llamado a mamá aún. Me detuve dejando masa en la sartén. Me alejé de la cocina y saqué mi teléfono, de entre mis pocos contactos seleccioné "Mamá" y me puse la bocina en el oído, el tono de espera sonó, cada pausa parecía interminable y finalmente mamá contestó:

Mi padrastroWhere stories live. Discover now