Capítulo 14: Lo hemos perdido

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El hombre de mediana edad empezó a retroceder hasta tocar la pared. Palpando el muro, buscaba lentamente el teléfono de pared lentamente viéndonos con horror, nos había descubierto. Presionó los botones a la velocidad del sonido sin ver y empezó a sonar el tono de conexión.

Ben y yo nos vimos el uno al otro con cara de confusión, ¿Qué estaba haciendo el encargado de la joyería? El hombre se dio media vuelta y entró rápidamente a una oficina para luego encerrarse. Posé mi mano sobre el hombro de Ben y le dije finalmente:

-Le dirá a mamá, estamos acabados.

Ben volteó a verme alarmado, y luego cruzó por un diminuto pasillo entre vitrina y vitrina para después empezó golpear la puerta con una ventana de cristal opaco translucido, César no contestaba, sólo se escuchaban su voz distante, murmurando. Ben empezó a llamarlo por su nombre, le rogaba que lo escuchara y que abriera la puerta. Luego la voz se apagó, y la silueta de César se empezó a distinguir en el cristal y dijo con un tono de voz asustado:

-¿Quienes son?

-Somos Ben y Sofía Morgan, tus amigos desde hace más de 8 años.

-N-no... esos tiernos niños ya no están... son unos asesinos...

-¡No! ¡No somos asesinos! Escúchame, te lo explicaré.

-No hay nada qué explicar... no hay forma de que consigan un dije así con la persona viva...

Ben dejó escapar un pesado suspiro de derrota y dijo delicadamente:

-No estaba viva...

-¿Qué quieres decir con eso? ¿No la mataron?

-No... más bien... la encontramos... m-muerta.

-¿Qué? ¿Cómo?

Ben dejó escapar otro suspiro y comenzó a narrarle lo sucedido al hombre de mediana edad. César no decía nada, sólo se podía ver su rostro translucido a través del cristal. Luego la puerta se abrió un poco más de 3 cm, después la voz del adulto se escucho clara pero baja:

-¿No llamaron a la policía?

-No, no lo hicimos.

-¿Por qué no?

Hubo un largo silencio después de esa pregunta, Ben no sabía qué responder al asustado y confundido individuo. Ben me miraba pidiéndome respuesta para dar, yo no tenía nada en mente. Ben alzó la cabeza con gesto de que ya tenía respuesta, dijo finalmente:

-Q-queríamos resolverlo nosotros mismos... por eso venimos aquí contigo para preguntarte sobre el dije...

Al escuchar esa respuesta, solo podía hacer una cosa: golpearme el rostro con la palma de la mano, era la respuesta más tonta que le pudo haber dado. Pero repentinamente la puerta se abrió lentamente, con el sujeto en el centro con una ceja levantada haciendo una mueca con sus delgados labios, para después decir:

-¿Es eso enserio? Hijo, estás hablando de un cadáver, no un misterio de quien se comió la última galleta del paquete.

Ben iba a decir algo cuando de repente la puerta se abrió haciendo tintinear la pequeña campana que colgaba a un lado... era Johny, perfecto. Johny se dirigió directamente a donde estábamos con las manos metidas en sus bolsillos. Al detenerse frente a la vitrina donde estaba el dije... se quedó mudo, sólo veía fijamente el dije con los ojos como platos. César lo sacó de sus pensamientos llamándolo por su nombre, Johny dio un pequeño brinco y se enderezó. Johny, sin dejar de ver el dije posó su mano sobre el cristal de la vitrina y preguntó:

-¿Qué ha pasado? Diana me pidió que viniera en lugar de ella.

-Oh, bueno, verás... es que los chicos vinieron a visitarme y... se les acabó la gasolina, eso es todo.

-Oh... bueno chicos, vamonos, su madre los espera en casa, supongo que terminaron de hacer sus compras.

-Ehh...

Respondimos al unísono Ben y yo, Johny soltó un suspiro y dijo:

-Vale, los llevaré yo. Vamonos o cerrarán la tienda.

Ben y yo nos despedimos de Cesar, quien aún seguía dentro de la oficina.

Subí al auto de Johny seguido de Ben, me puse los audífonos para escuchar a John Lennon. Cerré los ojos para relajarme un poco cuando una imagen como rayo pasó por mi mente: el dije, yo no lo tenía, le toqué el brazo a Ben preguntándole a señas sobre el dije, me respondió: No tengo idea.

Diablos, no teníamos el dije, lo hemos perdido, hemos perdido la única pista de este misterio.

Mi padrastroWhere stories live. Discover now