Epílogo: Un nuevo comienzo

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Cuando por fin llegamos a Bélgica y bajamos del avión, sentí como si me hubiera transportado de un mundo a otro, estaba muy emocionada tanto como asustada; no sabíamos el idioma y casi nada sobre la cultura belga. 

Hacía frío, para ser otoño, las nubes amenazaban con llover... justo como ese día... sacudí la cabeza y me concentré en la entrada para ir a reclamar mi equipaje, a parte, eso ya estaba en el pasado y a miles de kilómetros de donde estaba. 

Ben se veía inquieto, veía a todos lados, como si se estuviera escondiendo de algo, me dio curiosidad, así que le pregunté:

-¿Qué te sucede? ¿A qué le temes?

No me había escuchado, y tuve que tocarle el hombro a lo que él dio un salto y me volteó a ver con una expresión de sorpresa para luego borrarla al darse cuenta que era yo:

-Me asustaste, maldición

-Lo noté, ¿Qué te sucede?

-Quiero mantenerme lejos de cualquier contacto con ninguna persona belga, hasta que aprenda al menos a decir la hora, direcciones y mi nombre

-Entiendo que estés emocionado e inquieto, pero no actúes como si estuvieras escapando de alguien, me pones de los nervios

-Perdón, pero estos nervios me consumen, tenemos que encontrar una escuela bilingüe, y si no hay ninguna, nos veremos obligados a una escuela normal

-Sí, O... podemos asistir a clases virtuales, ya sabes, en línea

-Mmmh... sí... eso me pondría más tranquilo, tendría tiempo de aprender el idioma.

-¿Ya ves? Cálmate, todo estará bien

En ese momento, por la banda mecánica apareció mi maleta, de color lila con un lazo rojo atado en la agarradera, corrí a tomarla antes de que llegara a mitad del camino y al hacerlo golpee el brazo de una mujer, era alta y de ojos ámbar, me apresuré a decirle  "sŭzhalyavam" (Lo siento en búlgaro) a lo que ella me respondió con una tierna sonrisa, y me contestó:

-No te preocupes

Me sonrojé un poco, aparentemente hablaba un poco mi idioma, con un acento raro. Tomé la maleta y me dispuse a ir con mi familia. Mi abuela se encontraba bastante calmada, bebía un café humeante, no entendía como no se quemaba la boca. Me acerqué y le cuestioné:

-¿Por qué tan calmada, abuela?

Dio un largo sorbo antes de contestarme:

-Siempre me gustó Bélgica, me parece un país precioso

-A  mi igual

-De hecho, se un poco, muy poco del idioma, tenía un libro de idiomas donde te enseñaban lo básico: colores, números, días, meses, estaciones, la hora, negaciones, afirmaciones, esas cosas

-Qué bien, será de mucha ayuda estos días

-Ya lo creo

Dio una delicada risa para disponerse a terminar su café.

Con mamá... también tenía que empezar de cero, lo que me confesó ese día... ese día de pesadilla, no se iba a limpiar tan fácilmente, ojalá el bastardo de... del ex de mi madre, se haya muerto con ese golpe que le propiné en la cara... el mató a mi padre y casi a mi familia... maldito, cada día del resto de su miserable vida, lo maldeciré, si es que seguía vivo. Aún dolía la pérdida de mi papá, cada vez que lo recordaba, me venía una sonrisa temblorosa acompañada de unas lágrimas. 

Mamá hacía llamadas con papeles en las manos, hablando sílaba por sílaba, eso era desesperante. Después de que los 3 la viéramos por unos 4 minutos hablar por teléfono, ésta colgó y se nos acercó con el celular entre las manos. Alzó la mirada y nos anunció que nos íbamos a quedar en el Schaarbeek, fue el más barato a parte de que tenían un apartamento libre. 

Salimos del aeropuerto y pedimos un taxi, Ben subió las maletas y se posicionó en el asiento detrás del copiloto, dejando a la abuela en medio de él y yo, mamá iba en el lugar del copiloto, tratando de decirle al taxista nuestro destino, la abuela la interrumpió y dijo  "nie shte Schaarbeek" el taxista se vio confundido por medio segundo antes de asentir, la vimos sorprendidos unos segundos y luego desviamos nuestras miradas hacia las ventanas, y me dispuse a pensar: ¿Qué me espera en este nuevo comienzo? ¿Amigos extraños o normales? ¿Un romance o una amistad indispensable? Las preguntas eran infinitas, mis parpados se fueron cayendo hasta dejarme dormida con el mentón en la mano, reposada sobre la ventanilla. 

Un golpe me despertó, el taxista había cerrado su puerta con un poco de brusquedad, ayudó a Ben a bajar aquellas maletas femeninas y la suya, mamá le pagó y el taxista partió, dejándonos en silencio frente aquel edificio. 

Mamá dio el primer paso dándonos la espalda mientras avanzaba, la encargada parecía hablar un poco nuestro idioma, nos dio las llaves y nos dijo en qué piso quedaba. Al entrar al apartamento, dejamos caer las maletas, seguíamos cansados por el vuelo, estaba tan cansada que inconscientemente encontré una cama, me dejé caer con los brazos extendidos, viendo el blanco techo, dije en voz alta: Qué emoción.

 Y luego me quedé dormida. 

Aquí está el epílogo que me pidieron, um... si me equivoqué en alguna parte, apreciaría mucho que me dijeran para corregirlo,  verán, no conozco Bélgica :'v

Mi padrastroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora