Alcohol y Lágrimas

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-¿Sabes? Es molesto que trates de ahogar tus penas en alcohol nuevamente.

El oso no necesito levantar la mirada para saber de quién era esa voz, simplemente dejó que le quitara su vaso de Vodka de las manos.

-¿No estabas molesto?

El hechicero se sentó a su lado, mientras dejaba el vaso de vodka en la barra, supo de inmediato que el vodka ya había hecho un poco de efecto.

-Sigo molesto pero no me gusta que bebas por eso.

-No quería hacerlo.

El susurro del oso hizo que el hechicero lo mirara.

-¿Que cosa?

-Gritarte, no quería gritarte, Yo- yo no estaba pensando, yo n-no quería hacerlo.

La voz del oso se rompió, mientras limpiaba las lágrimas que caían por sus mejillas con sus manos.

-Tan solo- me sentí tan boludo, yo juré nunca gritarte como lo hizo él pero- pero que me dijeras eso- yo-

El oso sintió como Juan pasaba la mano por su cabello, levantó la vista.

-Perdóname, oso.

Una mirada curiosa apareció en el rostro del oso, mientras aún caían lágrimas por sus mejillas.

-Perdoname por dudar de tí, de tu amor, debí- debí pensar que tal vez solo era un invento.

-¿Me- me crees?

Una mueca apareció en el rostro del más bajo, se notaba que era un intento de sonrisa.

-Claro que sí, en primer lugar nunca debí dudar de tí ¿Sabes? Fue bastante injusto de mi parte tratarte así.

Un sollozo salió del oso mientras se tapaba la cara, el hechicero pensó que había dicho algo mal.

-No quería gritarte, bonito.

-Dios mío Spreen, tranquilo, ya paso.

Se levantó y se acercó para abrazarlo, Spreen lo único que pudo hacer fué esconderse en el cuello del hechicero mientras seguía llorando.

-Sé que no me engañaste, Auron obligó a Tanizen a decir la verdad, no debí gritarte yo, Spreen.

Eso lo había susurrado mientras seguía acariciándole el pelo, pero sabía que aunque le dijera cien cosas el oso seguiría lamentándose por gritarle.

Y así fué, el oso seguía llorando, el hechicero suspiró.

-Amor, Vamos a casa ¿Sí? Tengo sueño.

El oso asintió mientras dejaba de llorar, se quedó unos segundos más abrazando al hechicero hasta que decidió que fue suficiente.

Al separarse, él tomó las manos de Juan y lo miró a los ojos.

-No volveré a gritarte, puedes insultarme las veces que quieras y decirme veinte veces que te engañe, si te vuelvo a gritar prométeme que no me volverás a perdonar.

Si no fuera porque en la voz aún se le notaban los efectos del alcohol, Juan hubiera pensado que ya estaba sobrio.

Sonrió y acarició la mejilla del oso.

-Sé que no lo volverás a hacer, pero te lo prometo, ¿Está bien? Ahora, por favor vámonos.

El oso asintió y dejó que el hechicero lo arrastrará de la mano hacía la salida, aún se seguía sintiendo culpable.

No le gustaba gritarle a Juan, quería llorar de solo pensarlo.

Pero ya lo hizo y no pudo hacer nada para poder evitarlo, por lo menos ya no pensaba que lo había engañado.

One shots [Spruan]Where stories live. Discover now