Juan

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Cerró los ojos al sentir el fuerte portazo que resonó en la casa ahora vacía.

Las ganas de gritar que no se fuera y se quedara con él lograron formar un nudo en su garganta.

Los pensamientos de "¿Y si no vuelve?" "¿Y si está vez sí se fué para siempre?" lo hicieron caer de rodillas en el frío suelo en el cuál aún se encontraban los pequeños cristales rotos.

Un sollozo salió de sus labios, ignorando el dolor que sentía en sus rodillas.

¿El dolor de sus heridas era más que el dolor en su pecho?

¿El sentimiento de soledad que sentía ahora mismo era más fuerte de la sangre que ahora caía por sus manos por ser tan tonto al apoyarse en los cristales?

¿Perder la fuerza que había tenido para gritarle a la única persona que amaba, dolía más que las heridas que ahora ardían?

Otro sollozo salió de sus labios, dándose cuenta que todo era su culpa.

Era su culpa hacer sentir mal a la única persona que estaba con él.

Eran sus traumas los cuales lo lastimaban.

Era su culpa.

Era su culpa estar sangrando como un tonto.

Era su culpa no tener la suficiente fuerza como para levantarse.

Era su culpa sentirse solo.

Todo era su culpa.

Y nunca se iba a perdonar, por hacer sentir culpable a la única persona que lo amaba con sus estúpidos traumas tontos.

Traumas que ahora lo envolvían junto a la sangre que salía de sus heridas.

Pero el dolor de que él ya no se encontraba ahí seguía siendo más fuerte.

One shots [Spruan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora