Capítulo 25

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Capítulo 25

Ryo

Pasado de Ryo (Primera parte)

Mi escuela de secundaria siempre ha sido de las más destacadas de nuestra ciudad. Más los mejores recuerdos que tengo de ella no se trata de la manera que tenían de enseñar los profesores —que era impecable— sino del club de voleibol. Este deporte lo ha sido todo para mí desde muy temprana edad. Con Nevan acordamos en entrar juntos a una de las mejores escuelas de la prefectura del país. Para el día de mañana poder llegar a ser unos jugadores de primera, como lo fue mi madre. 

El primer día de clase, el que empezaba primero de secundaria, estaba muy emocionado. Entraría a uno de los centros más prestigiosos de la ciudad. De dónde salían muy buenos jugadores del deporte que más admiraba. Era tanta la pasión, que la noche anterior apenas pude pegar ojo. Tenía unas ojeras enormes, parecía un mapache.

Me vestí con mi uniforme —no todos los institutos lo tienen de manera obligatoria— Este se componía de una camisa blanca, unos pantalones color azul marino oscuro, y una americana del mismo color que estos. Finalmente, una corbata a rayas azul marino y azul claro. Sí, era una indumentaria de lo más formal.

—Ryo, como no te des prisa, llegarás tarde tu primer día. —Escuché a mi padre desde la cocina.

—Y no queremos eso, ¿verdad? —Esta vez era Gwenyth.

—Lo mismo va para ti, señorita, tú comienzas bachillerato. —La voz de mi madre.

—Porras.

Yo reí al escucharla.

—No te metas en líos el primer día, hermanito. —Se despidió de mí. Ya tenía el abrigo puesto y su mochila en la espalda—. Conociéndote seguro que antes de ir a clase querrás ver el gimnasio de tu instituto.

Pues ha acertado.

—¿Por quién me tomas?

—Es broma. En serio, ten un buen día.

—Vete ya, pesada. —Le saqué la lengua.

—Encima de que soy amable contigo. —Se terminó yendo con el ceño fruncido, pero no sin antes mostrarme el dedo del medio.

Desayuné a toda prisa con mis padres, estos de manera más tranquila, porque mi madre entraba a las nueve a trabajar. Y mi padre al ser escritor, solo debía atender llamadas de las editoriales, organizar reuniones de firmas de sus libros, y cosas relacionadas con ello, pero el muy morrudo lo hacía todo desde casa.

—¿Cómo vas con tu último libro, cariño? —Le preguntó mi madre.

—Pues ahora estamos con la quinta edición. —Él sonrió—. Y no ha pasado ni un año desde que se publicó.

HASTA QUE FINALICE LA PRIMAVERA.Where stories live. Discover now