Capítulo 83

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Las nubes espumosas envolvieron la luna llena y las luces alrededor se desvanecieron poco a poco.

Cerca del puente, un Audi color negro se detuvo sigilosamente. En su interior, Fiona y Jocelyn tenían los ojos bien abiertos y no podían ni hablar.

Ambas habían visto que la camioneta chocó contra el taxi en el que iba Janet y los dos vehículos cayeron del puente. En consecuencia, sus corazones latían salvajemente como si el tiempo se hubiera detenido.

Temblando de emoción, Jocelyn tiró de la manga de su madre y la sacudió: "¿Viste, mamá? ¡Los dos autos cayeron al río!".

Luego, abrió rápidamente la puerta y quiso salir para inspeccionar la situación.

Sin embargo, Fiona la detuvo y la fulminó con la mirada: "¿Acaso estás loca? ¡Cierra la maldita puerta! ¡Parece que quieres que nos vean!".

"Solo quiero confirmar que la estúpida de Janet esté muerta. ¿Y si sobrevive? ¿Qué haremos, mamá?", Jocelyn preguntó como una niña berrinchuda.

"Pues tendrás que esperar. No podemos ser impacientes ahora", susurró Fiona, mirando a su alrededor.

Dado que la última vez había logrado fingir un accidente automovilístico con éxito, la mujer había estado planeando meticulosamente cómo hacer lo mismo con Janet.

Esta última siempre tomaba un taxi o el transporte público y nunca conducía, por eso no fue fácil que se les ocurriera la idea de lastimarla. Pensando en esto, y luego de darle mil vueltas al asunto, Fiona y su hija finalmente encontraron a un hombre con tendencias suicidas que tenía una enfermedad terminal. Después de sobornarlo y mucho tiempo de convencimiento, él aceptó golpear el auto donde iba Janet.

Evidentemente, él moriría junto con ella, lo cual era perfecto ya que los muertos no podían hablar. Además, como ya habían ocurrido varios accidentes en este puente, todos pensarían que se trataba de uno más.

Tan pronto como recibió el mensaje de Charis, Fiona puso manos a la obra.

En el lado norte de Grupo Larson había una plaza, y con las fotos que tenía en su poder, la mujer descubrió rápidamente que el taxi había llevado a Janet a una pizzería.

Esperó un largo rato, y después de lo que pareció una eternidad, su hija adoptiva salió del restaurante acompañada de su colega.

En cuanto Janet abordó un taxi para irse a casa, Fiona le informó al conductor que había sobornado que era momento de actuar. Entretanto, ella se subió a otro vehículo con Jocelyn, listas para observar el espectáculo.

El fuerte choque resonó en el aire y todo volvió a la normalidad cuando los dos vehículos se hundieron lentamente en el río.

Cuando pensó que ya habían pasado los minutos suficientes, Fiona abrió la puerta del Audi y salió con Jocelyn. Las dos caminaron hacia la barandilla y miraron hacia abajo; efectivamente, ambos autos habían caído al río. Aunque el puente no era alto, la corriente del agua era ciertamente turbulenta, por lo que no había posibilidad de que alguien sobreviviera.

"Estoy segura de que ya está muerta", Fiona aseguró con un brillo asesino en su mirada. La espina que había estado pinchando su corazón finalmente había desaparecido, y de ahora en adelante, ya nadie molestaría a su familia.

Extasiada, Jocelyn dejó escapar una carcajada y escupió al río: "¡Al fin esa perra dejará de estorbar en mi camino! Aunque se merecía un castigo más cruel que la muerte. Ella arruinó nuestras vidas. ¡Debería estar agradecida de que no la corté en pedazos con mis propias manos!".

Al percatarse de que la voz de su hija resonaba en el camino silencioso, Fiona le exigió que se callara: "¡Cierra la boca! Hablaremos de eso cuando volvamos".

Mi Esposo Es Un Billonario (Parte 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora