Capítulo 7: El bello reino de las matemáticas

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La luz del sol entra por la ventana. La alarma suena. Ambos extienden el brazo para apagarla. Luis se estira tanto que cae al suelo.

– ¡Ouch!

– Ya te dije que debes tener más cuidado – le dice Marco a punto de estallar de risa.

– Ya sé, ya sé – se pone de pie disgustado.

Se visten. Su tía llama a la puerta.

– Niños.

– Entre, tía.

– Recuerden ordenar su cuarto. No dejen todo ese bulto ahí – apunta a la pobre silla llena de ropa – Densela a la lavadora.

Detrás de ella venía flotando una lavadora chica en forma de huevo.
La lanzan; jugando una especie de juego de tiro al blanco, está la absorbía y la expulsaba ya seca y doblada. Apenas terminando la labor bajan a desayunar.

Se sientan a la mesa ya puesta y lista por su tía.

Sí, ella era joven con apenas 22 años. Su cabellera castaña todavía tenía gracia y se agitaba cuando caminaba siempre atada con una trenza corta. Sus ojos azules se veían cansados cada mañana pero volvían a esa vives durante el día. Una gran cocinera dispuesta a aceptar cualquier reto.
Ese trágico día, tuvo una responsabilidad de cuidar a dos niños. Amablemente, Ed le ofreció trabajo en el castillo lo cual fue de gran ayuda.

Los dos primos comen a grandes bocados los huevos, pan y café (este solo una taza sino ya sabrán)

– No se vayan a ahogar – les dice con amabilidad.

– Sí, tía – se limpia Luis.

– De verdad tienen el estómago de sus padres. También comían mucho.

– ¿Por qué las ocultamos, tía? –pregunta Marco. Ya hace semanas que no lo hacía.

Ella caya un segundo apretando los labios.

– No sé, niños. Vamos, que se les hará tarde.

***

Sus amigas llegan. Anina les da una noticia.

– Hace semanas que no salíamos, ¿no? Saldremos de nuevo.

– ¿A dónde?

Se dirigen al Reino de las Matemáticas donde se estudia desde fórmulas hasta teorías.

Al ir llegando obsevan la belleza de sus estructuras geométricas y simetrías tan creativas. Edificios que no terminan en punto sino en curvas. Algunos parecían parábolas o hipérbolas. Las figuras y prismas no faltaban de más.

El palacio era una fusión tridimensional de ondas y espirales. Las torres parecían que subían al cielo por la forma de escalinata en espiral. En el patio parecía que dos alas lo cubrían.

Aterrizan en el patio de la entrada al palacio. Los recibe el príncipe Alí.

– Bienvenidos al Reino de las Matemáticas donde un solo símbolo es esencial para resolver.

– Mucho gusto. Es muy bello esté reino.

-Sí. Está súper – afirma Marco.
Alí sonríe. Era alto, de piel bronceada con cabellera oscura y exuberante.

– ¿Qué tal si les muestro todo?

– ¡Claro!

Alí (que tiene 20 años) les muestra diversos lugares donde realizan cálculos, como usan su ciencia para la construcción reflejándose en las construcciones que componen el reino y hasta les enseña cómo hacen todas sus fórmulas, formas y muchas cosas más. Y el lugar más importante del reino es el pizarrón que calcula casi cualquier cosa.

– Fue inventado hace siglos. Capaz de resolver casi cualquier problema.

– Wow. En la Tierra todavía no hay todo esto – susurra Luis a Marco.

Aunque Alí es mayor que todos, se llega a llevar muy bien con ellos.

– Espero nos visiten pronto, princesa.

– Será un placer volver.

Un sonido aturdidor llama su atención. En el cielo flota un minúsculo objeto circular.

– Hola a todos en este reino que es tan valioso para mí. Perdón pero necesito su cosa más valiosa. No saben cuánto lo deseo – lo anuncia con sus ojos bien abiertos y su sonrisa maniática.

El holograma desaparece. Toda la gente empieza a correr.

– ¡Fórmulas! ¡Rápido! ¡Resguarden el pizarrón! – ordena Alí.

– Equipo Powers, está vez no permitiré que ganen si se atreven a venir – resuena la voz del doctor.

– No podemos viajar tranquilos una vez –dice Luis fastidiado.

Unos 20 robots voladores, cómo de un metro cada uno con alas que se movían como las de un colibrí, se dirigen al pizarrón.

– ¡Escondanse! Nosotros nos encargamos.

Cambian a sus trajes.
Con su agilidad llegan a donde el pizarrón e intentan detener a los robots. Wonder Flower ata el pizarrón con enredaderas para evitar que se lo llevan de forma fácil. Súper Estrella intenta sostener también el pizarrón con su poder de levitación.

Lightning y Blaze se lanzan sobre los robots. Sin dificultad van destruyendo uno por uno destrozandolos con un puñetazo.

– ¡Cuidado!

Ve que Lightning destruye un robot que la iba a atacar por la espalda.

– Gracias...

– Bajalo con cuidado. Yo lo sostengo.

– Sí.

Colocan el pizarrón en su lugar.
Al lograrlo, la nave sale volando inesperadamente.

– ¿Huyó? ¿¡Así nadamás!? – exclama Lightning.

Las personas los rodean dándoles las gracias. Saltan entre los edificios alejándose.

***

En la sala del laboratorio alrededor de una mesa redonda central discuten sobre el último ataque.

– Quiere llevarse lo más valioso de cada reino – asegura Daisy – ¿por qué?

– Este enemigo es inteligente. La tecnología que hace es avanzada.

– Como que le falta un tornillo, ¿no? – dice Luis.

– ¿Cómo? – ambas no entienden.

– Es una expresión de la Tierra – explica Marco – significa que está loca la persona. Bueno, la verdad, parece que no está muy consciente en parte pero sí es inteligente.

– No hay que subestimarlo.

A veces me preguntó... ¿Qué pasó?

***

Un joven científico corre por el pasillo a toda prisa. Llega al laboratorio donde un gran destello surgía. Sabía que si usaba esa energía sería peligroso.

– Ku, ¿qué haces?

– He tomado mi decisión.

– ¡No! Es una locura.

– ¿Te unes a mí o no?

– Hemos trabajado juntos pero... ¡No!, yo ayudó a la princesa.

– Entonces, hasta aquí llegó el equipo.

– ¡No!

El lugar explota. Él abre los ojos despacio. Ahí estaban sus amigos que lo salvaron.

– Ed, ¿estás bien? – le pregunta ella.

– Sí, Estrella – voltea a ver al chico castaño – Gracias, Malcom.

– De nada, amigo.

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