Capítulo 3 El misterio

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Lunes. Primer día de clases. Observando las instalaciones con las decenas de alumnos entrando por la puerta abierta de par en par. Los primos las reciben.

– Flores – Daisy miraba de un lado a otro – Nunca habíamos venido a una escuela así.

– Les ayudaremos a amoldarse rápido – dice Luis.

Para ser discretas habían procurado vestirse casual. Con jeans y una blusa sencilla unicolor. Anina de rosa y, en el caso de Daisy, verde. Las guían al aula.

Al caminar, percibe la vista de los demás.

– Mira son nuevas.

– ¿Quiénes son?

– Son hermosas.

Para ser susurros eran fácil de escuchar.
Toma asiento con Daisy a su lado. Enfrente estaba Marco y al otro costado Luis. Los murmullos terminan con los alumnos en sus asientos cuando el maestro entró. Se veía mayor con las arrugas en su rostro pero tenía aún cabello negro. Un poco regordete. Pone la tableta en el escritorio.

– Buenos días. Tenemos dos nuevas alumnas hoy.  Quiero pedir que se presenten.

Daisy se para primero. Lo bueno porque justo en el momento que el maestro lo dijo le entraron los nervios.

– Soy Daisy Sun. Un placer.

– ¿Algo más?

– Eh... Me gusta la jardinería.

– Eso es bueno. Jovencita, sí, tú. La rubia.

– Yo.

– ¿Puedes presentarte?

– Claro – nunca había hablado frente a otros. Juega con sus dedos manteniendo las manos bajas – Soy... Anina... Sparkle. Prin... Perdón. Me alegra estar aquí – inclina el cuerpo enderezandose deprisa.

– Gracias. Puedes sentarte.

Obedece de golpe.

– Bien. Ahora enciendan la tableta y vayan al libro en el capítulo...

Observa de reojo a Marco que levanta el pulgar sonriéndole. Hace que se relajé del momento penoso.

El timbre de la salida sonó.

– Que primer día – admite feliz Daisy.

– ¿No hice mal temprano?

– No. Para nada. Es normal sentirse nervioso el primer día. Créeme, no estuviste mal. De hecho yo he visto que hay quienes no pueden decir ni una palabra pero tú lo lograste – la felicita Marco.

– Estás muy positivo hoy – comenta Luis.

– ¿Algo malo? – usa tono bromista.

– No. Es bueno verte así. Igual a tu humor – pincha su estómago para hacerle cosquillas.

– Basta Luis.

– ¿Tienen algo más que hacer?

– ¿Nosotras? – ellos asienten – No. Solo la tarea.

– Hagámosla juntos.

– Y, luego podemos salir.

– Suena genial. Nunca hemos salido con amigos.

– Les falta divertirse.

– ¿Qué clase de diversión?

– ¿Qué tal el cine y luego ir a comer? Algo casual – encoge los hombros.

– Claro – aceptan en sincronía.

– Ah, deben venir al castillo de nuevo – invita Anina –. Quiero mostrarles el lugar.

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