Capítulo 10: Lady Warrior

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Carmen aparece  campante por los pasillos sacudiendo su cabello luciendo su ropa y accesorios.

– Hola, ¿qué van a hacer? Solo estudiar. Ya supieron lo que hizo el equipo Powers, además si saben que son mis amigos, y hoy voy a ir a ver a la princesa. Ustedes creen, me invitó – presume a todo el mundo. Nota a Anina y se le acerca – Que lindo collar.

– Gracias.

– ¿Puedo verlo de cerca?

Al notarla extender la mano da un paso atrás.

– No. Es lo que me queda de mi mamá.

– Ya veo. O sea, ¿qué ha sido usado antes?

– Bueno, ha estado en mi familia...

– Debes ser valioso. ¿Puedo...? – intentan tomarlo.

– No.

Le desagrada la acción de Carmen. A su alrededor un poco de energía comienza a irradiarse.

– Oye, Carmen, ya déjala – se interpone Marco.

– Bien – se retira.

– ¿Estás bien?

– En serio, a veces no la soporto. Solo... Miren todo lo que dice y que va a ver a la princesa. Si supiera que…

– Tranquila Anina – trata de calmarla Daisy – Sí, yo también no la aguanto pero no podemos hacer más que ignorarla.

– Sí, mejor no le hagas caso – le dice Marco.

– Me es muy difícil eso.

– Igual que a nosotros –le explica Luis.

– Tienes razón – respira calmandose.

El timbre suena anunciando el inicio de las clases.

***

Mientras tanto el Dr. Ku busca a su siguiente víctima por medio de cámaras flotantes. Tan minúsculas que podrían confundirse con una mosca.

– Saben que el equipo Powers y yo nos conocemos.

Escucha a la chica rubia con el cabello hasta los hombros con blusa blanca de manga larga y pantalones azul rey y zapatos bajos y de buena calidad.

– Con que Carmen. Amiga de esos misterios héroes. Veremos qué tan útil me eres.

***

Con mejores ánimos terminaron la mañana dirigiéndose los cuatro amigos a la casa de los Shine para hacer la tarea.

Carmen se dirigía a hacer compras. En su camino escucha unos pasos tras ella. Voltea sin ver nada. Avanza, vuelve a escuchar y observa a su alrededor.

– Este reino ya no se siente seguro como antes.

Tenía razón. Hace tiempo, años atrás, ese mundo era casi una utopía. Todo cambio un trágico día.

Camina a paso veloz sintiendo como su piel se erizaba. El pánico la envuelve. Dobla la esquina y alguien la toma del brazo. Su corazón late a prisa mientras los nervios la consumían. Un piquete siente tras el cuello. Despierta confusa y mareada.

– ¿Qué paso? – se examina – Estoy bien.

Se pone de pie, da un paso y se detiene colocando su mano en su pecho. Un dolor la consume.

***

– Nos es tan difícil. Ustedes pueden – sus minibots los alientan volando de un lado a otro

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