08| Situaciones incómodas.

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08| Situaciones incómodas.

Heather

Nada más llegar a casa terminé todas las tareas que tenía pendientes. Solo tenía matemáticas y economía. Eran las únicas en las que los profesores nos mandaban tareas por las tardes.

Al terminar cerré el portátil y me tumbé en la cama. Dejé mis gafas en el escritorio y cogí el móvil para ver qué tenía un mensaje de Neal.

Neal: Está noche nos vemos nena ;)

Yo: Me alegro que al final vengáis a cenar. ¿A qué hora llegaréis?


Neal: estaremos allí sobre las ocho y media. Ponte el vestido rojo que te regalé la semana pasada, a mis padres les encantaría.

Yo: está bien, te veré entonces a las ocho.


Neal: esa es mi nena, te quiero.

Le mandé un corazón antes de apagar el móvil. Me fijé en la hora y me di cuenta de que solo faltaba poco más de media hora para que llegasen.

Rápidamente, me metí en la ducha. No me lavé el pelo ya que no tenía tiempo suficiente. Aún así, luego me lo ondulé un poco y me lo recogí a un lado.

Fui al armario con una toalla rodeando mi cuerpo y vi el vestido rojo de Neal. Tenía que admitir que hubiese preferido ponerme algo más cómodo. Es decir, iban a venir a cenar a mi casa. Ese vestido parecía de graduación.

No me lo pensé dos veces y me lo puse. Me miré al espejo y tuve ganas de llorar. Era de tirantes con una "v" en el pecho y largo como de gala. El problema era que sentía que se me iba a ver el pecho si hacia algún tipo de movimiento. No es que el vestido me quedase grande, al contrario, me apretaba por todas partes. Había engordado unos cuantos kilos desde navidades y eso había hecho que hubiese cogido alguna que otra talla de más. Y por ende, casi toda la ropa que tenía me quedaba justa.

Me aparté las lágrimas y me cubrí con una chaqueta subiendo la cremallera hasta arriba. Fui al baño y me maquillé un poco tapando algún que otro grano. Me fijé en mi muñeca, en el moratón que tenía en ella y supe que me lo tenía que cubrir para evitar preguntas. Me extendí un poco de maquillaje en esa zona hasta que pude disimular la herida.

—¡Heather! Neal y su familia ya están abajo. Date prisa.

—¡Ahora bajo!— le avisé a mi madre.

Respiré hondo y justo después de calzarme, me quité la chaqueta sin mirarme al espejo.  Salí del cuarto y bajé las escaleras de la casa.

Justo al lado de la entrada estaban los padres de Neal. El señor y la señora Parker, dejando sus abrigos a la criada de mi casa.

Neal iba vestido con un traje. De las pocas veces que le había visto así. Cuando se percató de mi presencia, no pudo evitar recorrer con su mirada mi cuerpo y eso hizo que me sintiese más incómoda.

—Estas preciosa, nena.— me dio un beso en la mejilla y luego me cogió la mano.

—Heather, querida, tan deslumbrante como siempre— la madre de Neal se me acercó y me dio un fuerte abrazo.

—Pasemos al comedor—dijo mi padre—. La comida ya está lista.

Al llegar al comedor, vi que habían sacado la vajilla cara. El plateado de los platos resplandecía por todo el comedor. Normalmente hacían uso de ella para ocasiones especiales. La última vez fue cuando celebramos el cincuenta cumpleaños de mi padre meses atrás.

Somos Fugaces © ✔️Where stories live. Discover now