18| Los probadores.

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18| Los probadores.

Heather

—¿Te gusta?

Salí del probador con un vestido azul que me había llamado la atención desde el escaparate. Había decidido ir ese mismo día a buscar uno para la boda de mi hermano. Se celebraría a finales de agosto, pero aun así prefería tenerlo comprado meses antes y no ir corriendo el último día.

Había convencido a Aksel para que viniese a ayudarme. Sinceramente no esperaba que fuese a venir. Cuando se lo propuse nada más salir de clase, pensé que se iba a negar, pero no fue así.

Di una vuelta para que pudiese ver el vestido por detrás. Era largo, rozaba el suelo, pero tenia una apertura de pierna en el lado derecho.Me había llamado la atención justo por eso.

Cuando terminé de girar sentí la mirada penetrante de Aksel en mi cuerpo. No sé por qué pero me puso nerviosa. Era como si estuviera memorizando cada parte de él.

Tras unos segundos al final dijo su veredicto.

—No está mal.

Me sentí decepcionada y no pude ocultar el bajon que me ocasionó eso.

—¿No está mal? —repetí.

—Joder Chase es que no sé que decirte—se rascó la nuca—. Estás jodidamente preciosa y sexy con ese vestido.

Mis mejillas se sonrojaron con su comentario y tuve que dsviar la mirada para no ponerme aún mas roja de lo que ya estaba.

—Eso me gusta más que un “no está mal”.

Rodó los ojos mientras yo me miraba al espejo.

—¿Te lo vas a comprar? —preguntó.

Asentí.

—Me gusta mucho el vestido—admití.

—Vale pues cámbiate y espero en la cola—se levantó de la silla en donde estaba sentado.

—¡Aksel! —Le llamé— ¿Me puedes ayudar con la cremallera?

Ladeó una sonrisa y se acercó a mí. Me di la vuelta para que pudiese quitarme la cremallera con más facilidad al igual que me recogí el pelo.

En cuanto sus dedos tocaron mi espalda un escalofrio me recorrió todo el cuerpo, haciendo que se me erizase la piel.

Le miré en el espejo. Sus ojos no quitaban la vista de la cremallera. Su mirada era intensa y en ese instante no pude evitar desviar mi vista hacia sus finos labios rosados. Me imaginé en volver a besarle, en las miles de mariposas que me ocasionaba hacerlo. Lo bien que se sentía tener sus manos en mi cuerpo.

<<Basta>>, me dije a mi misma. Sabía que si seguía así no me podría controlar y acabaría perdiendo los papeles en los probadores de una tienda.

—Listo—carraspeó la gargante—. Ve a cambiarte, iré a la cola mientras tanto.

Tan solo asentí con la cabeza y entré en el probador corriendo la cortina y apoyándome en la pared.

Cogí aire y lo solté despacio intentando controlar mi respiración.

Desvié los pensamientos y me cambié rápidamente para no hacerle esperar mucho más a Aksel de lo que ya le había hecho.

(…)

— ¿Quieres ir a tomar un helado? —preguntó.

—Claro—sonreí. La oferta que me había propuesto era imposible de rechazar.

Entramos en una cafetería con tonos pastel claros. Cogí asiento en una mesa pegada a la pared mientras Aksel pagaba los helados. En cuanto vino con los helados de caramelo y fresa, tomó asiento a mi lado.

— ¿Vienes al partido de mañana? —preguntó.

Ese partido era muy importante, ya que jugaban con el equipo ganador del año pasado y también el que decidía si el equipo podía seguir compitiendo o quedaba eliminado hasta el año siguiente.

—¿Quieres que vaya? —alcé la ceja, picándole.

—Sabes que si—rodó los ojos—. Pero tampoco quiero que te sientas presionado a hacerlo. Si no quieres ir no tienes por qué hacerlo.

—No—interrumpí—. Quiero ir—admití—. Además, si no voy la gente va a pensar que lo hemos dejado…

—¿Sabes que Parker y Fleur lo han dejado? —abrí los ojos como platos al escuchar esa noticia. —Solo el equipo lo sabe por ahora. Que no te extrañe que mañana en el partido todo el mundo hable de esa noticia.

—¿Has tenido que lidiar mucho con él en los entrenas?

—No—admitió—. Bueno a ver, hubo un encontronazo uno de estos días con él en los vestuarios, buscaba pelea. Menos mal que Tom llamó al entrenador Davies que nos avisó que si había otro de esos episodios nos echaría a los dos del equipo.

—Neal se tuvo que poner histérico—hice una mueca. Recordé que él estaba buscando una beca para entrar a una universidad deportiva, y así dedicarse a ello profesionalmente. No era la única a la que sus padres le obligaban estudiar algo que no quería. Al menos él sabía por donde quería encaminar su futuro. — ¿Ha ido algún ojeador a los últimos partidos?

—Creo que no—frunció el ceño—. Recuerdo haber escuchado algo de una beca que Parker estaba buscando pero nada más.

—¿Tú que quieres hacer después del instituto? —pregunté.

—No lo sé—admitió—. Lo único que si sé es que me tomaré un tiempo sabático antes de asentarme y estudiar algo.

—¿Un año sabático? ¿A dónde quieres ir?

—No tengo ningún lugar en especial pensado—dijo—. Solo quiero coger un maldito avión con destino a donde le plazca y quedarme allí unos meses.

—Un viaje aleatorio—sonreí.

—Algo así.

—¿Sabes? —comencé a decir— Cuando todo el autobús supo que volvías Neal lo único por lo que se preocupo fue que le robases la beca.

Alzó una ceja, soriendo.

—Chase, si quisiera se la podría robar. Tengo más técnica que él en el campo. —se halagó, a él mismo. —Pero no me interesa. No me quiero dedicar toda mi vida al rugby. Que se quede él con la beca.

—¿Y despues? —me miró, sin entender la pregunta— ¿Despues del año sabático que quieres hacer? ¿Cúal es tu meta en la vida?

Se quedó en silencio unos instantes antes de responder.

—No lo sé—terminó diciendo—. Hace unos meses mi única preocupación era graduarme. Tener ese título y pirarme de esta maldita ciudad.  Pero ahora, estoy tan cerca de ello que no me he parado en pensar en después y tampoco quiero hacerlo—dijo—. Me gusta vivir en el presente, sin ataduras, sin preocupaciones. No quiero ser la típica persona que a los veintitrés años se ha graduado en la universidad, que se casa poco después y forma una familia. Antes de eso me gustaría vivir la vida y conocerme más a mi.

—Nunca había escuchado a nadie decir eso—confesé.

Ladeó una sonrisa.

—¿Y tú, Chase? ¿Qué esperas de la vida?

—Quiero vivirla.

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