21| Nuevas noticias.

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21| Nuevas noticias.

Heather.

Una brisa de aire impactó contra mí haciendo que mi cuerpo se aferrase más a la manta que me envolvía. La luna se había ido dejando paso al sol.

Abrí los ojos enfocando bien. Vi a Aksel dormido a mi lado, tenía una mano en mi cintura y el pobre estaba casi sin manta ya que se la había robado yo.

Me quedé un rato observándole cada detalle de su rostro. Tenía unas pocas pecas en la nariz pero eran tan pequeñas que a distancia eran imposible ver. Sus pestañas eran demasiado largas, que envidia me daban. Miré sus labios rosados y entre abiertos y ahí fue cuando me quedé unos instantes mirando.

¿Que hacía? ¿Le despertaba con un beso?¿Mejor le sacudía en forma cariñosa? ¿O más bien le dejaba dormir un rato más?

Miré la hora en su móvil y cuando vi que eran las 11 de la mañana, rápidamente supe que tenía que despertarle.

—Aksel—susurré—. Vamos Aksel.

Al no contestar, supe que tenía que hacerlo de otra forma. Así que con suavidad uní mis labios con los suyos dándole un pequeño beso.

Para cuando me separé, Aksel ya estaba entreabriendo los ojos.

—Deberíamos dormir más juntos—dijo, con voz ronca—. Me gusta tu forma de despertarme.

No pude evitar no sonreír.

—A mi también me ha gustado — admití.

Sonrió.

—Lo sé Chase. —se levantó de la hamaca, estirándose.— Joder, me van a salir contracturas.

—Deberías haberte quedado en la cama anoche —dije, mientras me levantaba yo también. Sentí una pesada carga en mis hombros y supe que tendría que ir más tarde al fisio.

—Puede, pero ha merecido la pena esto.—guiñó los ojos.—Venga, vamos a comer algo.

Me tendió la mano y yo con gusto se la acepté.  Fuimos hacia el interior de la casa dirección hacia la cocina. Ya ahí dentro pude ver cómo Malcom comía unas tostadas recién hechas con mermelada de melocotón.

—¿Y estas tostadas?—fruncí el ceño.

Rápidamente hallé la respuesta a mis dudas. Mary, la criada, estaba en la cocina preparando más comidas. Se dio la vuelta en cuanto me vio.

—¿Cómo has amanecido, Heather?

Me puse roja de tan solo pensar que nos había visto a Aksel y a mi dormidos juntos. Mary no sólo era la criada, era ya parte de la familia. Como una tía.

—Muy bien — contesté—. ¿Cuánto tiempo llevas aquí?

—Oh, desde las 7. Es cuando mi turno empieza.

—¿Pero mis padres no te dijeron que me he ido de casa?—fruncí el ceño.

—Asi es—asintió—. Pero quieren hablar contigo así que me pidieron que fuese también cuando ellos no estuvieran ya que te conocen y saben que ibas a volver en cuanto se fueran.

—¿Como...?

—No eres muy discreta dejando la ropa sucia en la colada—me dedicó una sonrisa cómplice.

Tragué saliva y me di una torta mental por mi descuido. Debería haberla lavado en una lavandería, no volver a casa y echarla en la colada como si no pasase nada.

—¿Sabes por qué mis padres quieren hablar conmigo?

Negó con la cabeza.

—No lo sé. Pero lo que sí se es que deberías hablar con ellos. Son tus padres al fin al cabo. No pierdes nada por intentarlo.

Asentí. Pasó su mirada a Aksel y a nuestras manos entrelazadas.

—¿Es tu novio?

—Si—contestó él. Le tendió una mano educadamente y Mary la acepto— Soy Aksel.

—Mary—sonrió.

(...)

Aksel

Salí de las duchas del vestuario y envolví mi cintura con una toalla. Fui hacia mi casillero y abrí la taquilla cogiendo mi ropa limpia.

Lo primero que me puse fueron los boxers y después la camiseta roja con mis pantalones de chándal negros.

—Aksel—dijo Tom, un miembro del equipo —, el entrenador Davies te espera en su despacho.

Asentí y cerré la taquilla con llave. Todo mi equipo me miraba, curioso del motivo de mi llamada.

—Suerte—susurró Malcom, en cuanto me crucé con él.

Normalmente cuando te llaman es para que sepas que tu rendimiento en los entrenamientos y partidos ha disminuido, y por tanto, en los próximos te quedarías en el banquillo.

Pero esta vez no era así.

Llamé a la puerta y en cuanto me dijo que podía pasar pasé.

Su despacho estaba repleto de trofeos que el equipo había ganado en los últimos diez años. Vi un marco detrás de su escritorio igual que el de la biblioteca. Salíamos el equipo antiguo, en el que habíamos ganado tantos trofeos que nos subieron de categoría.

—Aksel, toma asiento.

Le hice caso y me senté en una silla. En el escritorio, tenía una foto de su mujer con su hija, Candy Davies. La había conocido ya que era de mi promoción y compartía la mayoría de clases con ella cuando éramos más jóvenes.

—¿Por qué me has llamado?—pregunté.

—Seré claro, un ojeador te vio en el otro partido y quiso saber tu nombre. Les interesas, Aksel. Quieren que formes parte del equipo de su universidad.

No podía procesar esas palabras. Aquello era irreal.

—¿Esa es la misma beca que estaba buscando Parker?—pregunté.

—Si— asintió—. Solo ofertan una. Vinieron para ver a Neal pero no les gustaron su conducta. Juega bien pero le falta potencial, técnica... Buscan lo que tienes tú.

Tragué saliva.

—No sé si me apetece mucho—admití.

—Hace dos años te morías de ganas por ir, ¿que ha cambiado?

—Ya no soy el mismo que hace dos años—dije, cortante.— Tendré el mismo nombre, el mismo aspecto e incluso los mismos dotes; pero mis metas han cambiado.

—Comprendo—asintió—. Pero voy a hacerte una pregunta, ¿no quieres la beca porque ya no te motiva el rugby como antes, o porque crees que no te la mereces?

No contesté, ya que la respuesta era más que clara.

—Aksel, mírame —cogió aire—. No puedes castigarte toda tu vida por algo que no tienes la culpa. Fue un accidente lo de tu hermana.

—Si no me hubiese peleado con Parker no se hubiese ido y seguiría viva.

—No podemos pensar en que hubiera pasado. Tenemos que centrarnos en el futuro. Dime Aksel, ¿tu hermana querría que estuvieses así?

<<No>>

—Piénsatelo. Tienes una semana para decidirlo.

Asentí.

—Gracias—tan solo me sonrió antes de que saliese de ese sitio con miles de dudas.

Somos Fugaces © ✔️Where stories live. Discover now