16| Una casa de lujo.

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16| Una casa de lujo.

Heather


Lo primero que hice al llegar a mi casa fue cambiarme de ropa y acomodarme el pijama. Me había puesto mi favorito, el cual me había regalado James por mi catorceavo cumpleaños.

Mis padres no estaban en casa. Habían ido de viaje con los padres de Neal por cuestiones de trabajo. Ahora eran socios y—aunque no sabían aún sobre mi ruptura con él—seguro que se acabarían enterando esa misma noche.

Mientras tanto, me pareció un buen plan ahogar mis penas viendo una película. Hice unas palomitas y me senté en el sofá antes de escoger una. No me decantaba por ninguna así que volví a reproducir una de mis películas favoritas: “El Gran Showman”.

La película transcurría con total normalidad. Se me había formado un nudo mientras la veía, cosa que no era nada nuevo.

En un momento de la noche, Mary se despidió de mi antes de marcharse y justo cuando cerró la puerta, llamaron a esta.

Suspiré hondo. Seguramente se le hubiese olvidado a algo.

Para mi sorpresa, no fue ella quien me encontré detrás de esa puerta.

—¿Puedo pasar?

Tragué saliva. Aksel se había plantado en mi casa. A las doce de la noche.

Se me retorció el estomago en cuanto pensé en la fiesta que había montado la morena.

Me hice a un lado dejándole pasar.

No pude evitar no hacerle un repaso. Llevaba unos pantalones de chándal grises y una camiseta de manga corta blanca que se le pegaba a su cuerpo. Me fijé en su pelo rubio oscuro. Lo tenía desordenado dándole un aspecto más rebelde.

Y bueno, no podía faltar en la mirada intensa que me dedicó al pasar a mi lado. Como sus ojos azules penetraron en los míos.

—¿No ibas a ir al a fiesta de Annie?

—Anne—corrigió.

—Esa—asentí.

Cerré la puerta tras mí.

—Fui un rato—se encogió de hombros—. Pero era muy aburrida. Malcom se ha quedado allí con Anne.

Asentí.

—¿Celosa? —alzó una ceja, con una sonrisa que le atravesaba todo el rostro.

—¿Por qué debería estarlo? —me defendí.

—Antes te has ido molesta—se cruzó de  brazos—. Ni siquiera te has despedido de mí.

—Ah—fue lo único que me salió—. Supongo que no te quería molestar con la morenita esa.

—Anne.

—Pues eso—rodé los ojos.

Fui hacia el salón y él me siguió.

—Venga, Chase. No te pongas así.

—¿Te has liado con ella? —no fui capaz de darme la vuelta mientras recogía el desperdicio que había hecho en el salón.

—No. —su respuesta hizo que soltase un suspiro de alivio— ¿Tanto te gusto?

Agradecí en ese momento que estuviésemos a oscuras y que la única luz que había era la de la piscina que traspasaba los ventanales del salón.

—No me gustas—aclaré—. Es solo que me parece poco ético.

—¿Ético? —alzó una ceja.

—Si—afirmé—. Todo el mundo piensa que estamos en una relación. ¿Cómo se lo van a creer si coqueteas con cualquiera? Tenemos que mantener la compostura.

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