24| Cenas familiares.

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24| Cenas familiares.

Heather

Los días pasaron y para mi, se convirtieron en semanas. En cuanto discutí con Aksel, apagué mi móvil aislándome de todos mis problemas. No sabía si mis padres me habían escrito, o si tenía alguno de Neal o incluso de Aksel.

Sabía que el único sitio al que podía ir era a la casa de mi hermano. No vivía muy lejos de la capital, pero a media hora de mi colegio. Me había plantado allí, a las doce de la mañana después de dar rodeos. Claramente, me acogió en su casa y me pidió que le contase todo lo que me había pasado.

Lo hice.

Mis manos temblaban al igual que mi voz, pero lo que más me rompió por dentro fue verle tan preocupado por mí. Con una mezcla de ira para darle una paliza a Neal y a mis padres, pero otra de empatía.

Esa misma noche dormí con él. A Ian no le importó y el se fue a la habitación de invitados. Luego me sentí mal por haberle echado de su propia cama pero James me tranquilizó diciendo que no le importaba.

Aun así, al día siguiente ya me fui a la habitación de invitados. Me llevaron al médico y me recetaron unas pastillas. Dijeron que intentase reposar un poco, así que me tomé la palabra muy enserio.

No fui al instituto en una semana, no me quería encontrar a Neal.

Me tapé con las sabanas de la cama intentado que la imagen de mi ex estrangulándome desapareciese de mi mente, pero era imposible.

—Hermanita. —escuché como James entraba al cuarto y se sentaba en mi cama.

Me quitó la manta de encima y cuando me vio en aquel estado puso una mueca de tristeza. Llevaba cinco días sin ducharme, sin salir de la cama. Apenas comía pero no tenía hambre, mis tripas estaban revueltas.

—No puedes seguir encerrada en el cuarto. No es sano.

Tragué saliva.

—Lo sé, es solo…No tengo fuerzas ni ganas de hacer nada.

—Está bien sentirse así—me apartó un mechón de la cara—. Está bien, ¿vale? Pero no puedes quedarte así toda tu vida. —se puso de pie. —Venga, vamos a salir.

Fruncí el ceño.

— ¿A dónde?

—Te voy a invitar a una hamburguesa—me guiñó el ojo—. Ya verás que así repones energías. Además, te vendrá genial que te dé un poco el aire.

Asentí y me puse de pie.

Olí el pijama y puse cara de asco al ver que el olor no era el mejor. Así que decidí pegarme una ducha—que ya iba siendo hora—, antes de salir.

(…)

Ya se había vuelto una rutina eso de dar un paseo y acabar en algún restaurante para comer algo. Lo hicimos durante toda la semana. Y—a decir verdad— me había ayudado bastante ello.

Recobré tantas energías que, después de una semana y media, fui capaz de encender el móvil de nuevo.

57 llamadas perdidas.

Tragué saliva. Eran todas de mis padres, de Neal, Malcom y Aksel.

Abrí primero el chat de Neal, tragando saliva.

Neal: Heather por favor cógeme las llamadas.

Neal: Joder Heather tanto te cuesta hacerme caso por una puta vez en tu vida.

Somos Fugaces © ✔️Where stories live. Discover now