Extra IV: Desde Estocolmo, con amor (Leo y Mac)

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31 de diciembre de 2020

Leo

La fuerte nevada que había estado azotando el centro de la ciudad parecía haber disminuido, pero aun podían verse pequeños copos cayendo de manera constante desde el horizonte nocturno. Era una de las muchas cosas que me gustaba de Estocolmo, lo pacíficas que podían llegar a ser las noches dentro de la capital a diferencia de las ruidosas capitales como Lansing.

No había muchas cosas que extrañara de ese país, aparte de...

Así que verás a Mac después de... ¿dos años? —preguntó un muy curioso Smith Dawson desde el lejano Boston, Massachusetts.

Solté un evidente suspiro. Ahora me estaba arrepintiendo de haberlo llamado, aunque en el fondo sabía a lo que me estaba enfrentando.

—Dos años, cinco meses y quince días —respondí de manera automática.

No tenía que mirar la pantalla para saber que su ceja estaba elevada y una sonrisa burlona estaba plantada en su rostro.

¿Y estás... nervioso?

—No estoy nervioso —contesté.

Has estado acomodando los adornos de tu librero desde hace treinta minutos —apoyó su barbilla en la palma de su mano—. Y hemos estado hablando desde hace treintaiún minutos.

Dejé quieto mi librero y me senté en el escritorio frente al monitor. Podía ver que Smith estaba en el comedor de su apartamento y a su lado un pequeño árbol de navidad con luces de colores y una estrella en la punta con los colores del arcoíris.

Estaba más que claro que la decoración era obra de caries.

No había rastros de él por ningún lado, por lo que vi oportuno preguntarle sobre ese estorbo para que dejara de centrar su atención en mis relaciones interpersonales.

—¿Dónde está caries? —me recosté de la silla y elevé las cejas.

Smith esbozó una sonrisa y tomó su computadora, dándome un tour del suelo de madera, hasta que llegó a una de las puertas de la habitación central. Giró el pomo levemente mientras entraba de puntillas en las medias navideñas que le había enviado como regalo.

Pronto la cámara estaba enfocaba en un bulto sobre la cama o, mejor dicho, dos bultos sobre ella. Uno de ellos era el estúpido de Jack Gallagher en lo que parecían ser pijamas navideñas y a su lado, envuelto en un par de mantas amarillas como un shawarma descansaba un bulto más pequeño.

Smith me hizo verlos por unos segundos más antes de salir de la habitación en total silencio y poner una cara con un nivel de felicidad que jamás había visto en mi vida.

Serena y Zach salieron a una cena familiar de año nuevo en New Hampshire y Jack se ofreció a cuidar de Kennedy —la cámara se movió un poco hasta que regresó a su posición original en el comedor—. Se la pasó jugando todo el día con ella, meciéndola de un lado hacia otro, poniéndole música y cantándole canciones de cuna... fue demasiado hermoso.

No estaba seguros si se daba cuenta, pero cada vez su rostro iluminaba como los bombillos de luz dorada que decoraban su balcón en ese momento.

Aun recordaba la noche (bueno, en Boston era de noche y en Estocolmo eran las cuatro de la mañana), cuando me llamó para que lo ayudara a decidir si ir o no a la fiesta de compromiso de los amigos de Jack.

Lo conocía bien y sabía que de alguna manera u otra terminaría yendo, así que le dije que tal vez no sería tan mala idea. Incluso utilicé la tonta frase de sigue-a-tu-corazón para completar mi débil argumento.

Jack & SmithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora