10. Sin escape (Jack)

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Smith estaba distante.

De mí, de Lisa y de todos en general. 

Todo era Dakota para él. Dakota y yo vamos a ir a comer, Dakota y yo veremos una película, ayudaré a Dakota a cuidar a su primo pequeño, iré a llevar al hurón de Dakota al veterinario... eso era lo que siempre me contestaba cuando quería que los dos saliéramos en la tarde. Me había abandonado por una chica que ni siquiera era para él.

Y ojalá no lo hubiera hecho porque durante ese tiempo que pasé tan cercano a Lisa me había dado cuenta de que en realidad ella no me gustaba.

Sí, Lisa Martell no me atraía para nada. No lograba mover ninguna parte de mi cuerpo ni tampoco lograba imaginarme una relación con ella.

—Díselo entonces —fue lo que me recomendó Italia, estábamos en la sala de estar viendo tele durante la tarde—, le vas a romper el corazón y Peter te odiará... pero por lo menos no serás un total imbécil.

—Debería esperar a que Smith me saque —murmuré mientras cambiaba la televisión—, así Lisa se dará cuenta de que no soy bueno para ella.

—Si tú lo dices —ella parecía un poco escéptica ante esto—, pero de todas maneras ella será la que sufrirá, no tú.

Como siempre, tenía razón. Dejé caer la cabeza sobre el mesón del comedor y solté un sonido de frustración. Aquel problema había estado dándome vueltas por la cabeza en las últimas semanas junto con el distanciamiento de Smith y mi cabeza ya había trazado unos cincuenta escenarios donde las cosas irían de mal a peor.

Lisa odiándome. Peter odiándome.

Smith odiándome.

—Sabes, ahora que lo pienso... —murmuró Italia, acostada en el sofá de la sala con un tazón de palomitas apoyados sobre su estómago y otro reality show en la televisión—. Nunca te ha gustado una chica. 

No había que ser un genio para saber lo que empezaba a insinuar con esa mirada puesta sobre mí. Una sensación de miedo empezó a invadir mi cuerpo a medida que los segundos pasaban, así que aparté mi mirada de la suya y cerré los ojos. 

—No digas esas cosas Lia, solo no he encontrado a mi persona indicada.

Ella elevó una ceja.

—¿Esas cosas?

Mi pecho empezó a doler de repente, al igual que mi garganta. De forma disimulada empecé a frotar mi mano sobre mi hombro y evitar la mirada intensa de mi hermana mayor.

—Y-ya te dije, no he encontrado a mi persona indicada.

Italia lanzó una palomita a su boca. 

—Claro... ¿Y cómo rayos sabrás cual es la persona indicada?

Encogí los hombros. En realidad, no lo sabía. Supongo que sería aquella persona con la que podría ser yo mismo, con la que podría estar a gusto y cómodo, aquella persona a la que en realidad deseara arrancarle la ropa a cada rato.

—Bueno como digas hermanito —murmuró mientras se levantaba del sofá—, pero has hecho sufrir a muchas chicas, así que supongo que mereces sufrir un poco.

—Eres una mala hermana.

Italia sonrió al escuchar eso y me dedicó una de sus perturbadoras sonrisas mientras caminaba hacia la cocina. Que tu propia hermana quisiera hacerte sufrir no era nada bueno.

—¿No deberías alistarte para la fiesta de no cumpleaños de Lisa? —preguntó desde la cocina—. Si faltas se va a notar.

Aquel viernes se celebraría la fiesta de cumpleaños/no cumpleaños de Lisa. Su verdadero cumpleaños era durante el verano, en junio, pero al ser verano la mayoría de sus amigos más cercanos solían estar en otros estados o incluso fuera del país.

Jack & SmithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora