15. Pequeñas esperanzas (Smith)

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—Me parece que alguien no puede quitarte la mirada de encima —murmuró Leo cerca de mi oído.

Estábamos junto a mi casillero e intentaba terminar una tarea, pero detuve todo para mirar de reojo para darme cuenta de que Jack estaba mirándome desde una esquina del pasillo mientras hablaba con una chica de segundo o tercer año que sacaba cosas de su casillero.

Apenas posé mis ojos sobre él, apartó los suyos y fingió prestarle atención a la conversación de la chica.

Había pasado unos cinco días desde el incidente del auditorio y así eran la mayoría de nuestras interacciones. Distantes, un tanto incómodas y mínimas. Pero siempre había momentos, como esa mañana, en la que terminábamos así.

Observándonos desde la distancia de forma accidental que por un segundo me hacía olvidar las circunstancias que nos rodeaban.

—Ugh, esto parece uno de esos romances azucarados donde los protagonistas se la pasan mirándose fijamente como si no fuera extraño —volvió a decir Leo mientras se apoyaba en el casillero—. ¿Acaso pasó algo entre ustedes y no me enteré?

—No, nosotros no... —Solté mi bolígrafo y recosté la espalda del casillero—. No he vuelto a hablar con él desde ese día.

Leo asintió e imitó mi pose, cruzando los brazos sobre su pecho y cubriendo parte de su suéter feo del día (un suéter azul con el infantil dibujo de una serpiente) digno de alguna imagen de creepypasta.

—¿Y qué tal Lisa? ¿Han hablado?

Negué.

Lisa tenía muchas cosas en la cabeza como siempre. Entrenamientos del equipo de atletismo, su papel de vocera en el consejo estudiantil junto al de mantener a Taylor a raya para que no sufriera un ataque neurótico la habían mantenido ocupada y apenas habíamos pasado tiempo juntos.

Aun así, ella siempre encontraba el tiempo para preguntarme, por mensaje, cómo había estado mi día. En esos momentos, observando el mensaje y mis dedos empezaban a picar, ansiosos por teclearle todo lo que había pasado.

—Ya decidí que lo haré después de la competencia de atletismo —murmuré sin mirarlo al rostro—. No quiero que nada la desconcentre ese día.

Escuché un mmmmmh proveniente de él, pero luego soltó una risa. Levanté la cabeza para verlo observando a Jack, quien fingía ignorar la mirada de mi mejor amigo.

—Nos sigue mirando —susurró con las comisuras de sus labios elevada, formando una de sus típicas sonrisas burlonas—. ¿Qué le pasa?

—Le daba las mismas miradas a Kota —señalé, intentando no mirarlo—. Creo que está celoso.

—¿Celoso? —Separó la espalda del casillero y chasqueó la lengua—. Interesante.

Leo me miró y luego echó una mirada a Jack. Sin siquiera avisarme sentí su mano en mi cintura atrayéndome más hacía él. Le di una rápida mirada a Jack, quien tenía una cara tan mala como la que había puesto en los smoothies el día anterior.

Leo casi se echa a reír cuando lo vio.

—Me encanta molestar a la gente —murmuró mientras me soltaba—. Creo que me voy a divertir mucho con este chico.

Quise regañarlo, pero tenía que admitir que también me divirtió un poco ver a Jack con esa cara de constipado. Bueno, hasta que recordaba la situación que nos rodeaba o la sensación de sus labios sobre los míos. Leo notó la expresión en mi rostro y rodó los ojos.

—A mí no me engañas Smithie, a ti te trae loco ese chico —dijo él dándome un golpe en el hombro—. Y tú también lo traes loco a él... ojalá no estuviera involucrado en lo de Lisa y si él no me pareciera tan desconfiable, tal vez así los apoyaría para que estuvieran juntos.

Jack & SmithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora