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¡No puedo creer que estemos acá, esto parece una maldita pesadilla!— Se queja arrugando su entrecejo.

Jay suspira. —¡Yo si puedo creerlo porque lo vi en cámara lenta y todo, no sirve de nada negar lo qué está sucediendo!— Murmura burlón.

Emma traga saliva.

Estaba verdaderamente odiada ante el hecho de que no podía controlar la situación a su alrededor.

—¡¿Vas a seguir echandome la culpa!? ¡Que yo sepa jamás te pedí ayuda, y menos que menos que te tires al océano por mi!— Exclama con autosuficiencia.

Jay la mira cansado. —¡Es realmente difícil todo esto, Emma, cómo para que encima comencemos una guerra!— Se queja.

Ella abre sus labios y los vuelve a cerrar. —¡Yo no estoy empezando nada!— Recalca. —¡Y que te quede claro que no quería tu ayuda, y tampoco te obligué a que saltaras por mí!— Sisea mirándolo con desden.

Jay suelta una carcajada pasando una mano por la comisura de sus labios. —Me imagino lo bien que estarías sin mí.— Comenta poniendo los ojos en blanco.

—¡Tranquila, seguro!— Sonríe con falsedad.

El agua estaba cayendo cada vez más fuerte y Jay no sabe cuándo es que Emma se quedó dormida en sus brazos, sin importar qué estuvieran simplemente tapados por la campera de Jay, usando la mochila de el morocho en su espalda para sentir menos el frío que golpeaba de manera escalofriante ante los dos.

El agua parecía que subía y que les iba a dar vuelta el bote de lo fuerte que estaba golpeando con el mismo, incluso Jay agradece que Emma no este despierta viendo observando como los rayos caen a pocos metros de ellos rompiendo todas las olas.

—Tengo que sacarnos de acá, Emma...— Sisea apoyando a Emma con sutileza sobre el suelo y quitándosela de encima para comenzar a remar con sus propios brazos.

Viendo que esa era efectivamente la única alternativa posible de al menos moverse de la zona más peligrosa que es exactamente dónde se encontraban, el viento ya los había movido de las últimas coordenas en dónde el catamarán había estado por última vez y Jay creía, de alguna manera, que moviéndose quizás podrían estar más cerca de donde deberían de estar con los tres hermanos Sunnin.

Pero no tenía ni la más remota idea de dónde estaban y de menos que menos de lo que estaba haciendo pero tenía que hacer algo para al menos no estar encima de todos esos rayos y relámpagos a los que se encontraban tan expuestos.

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Jay mueve su cabeza a un costado observando a la rubia, todavía no recobraba el conocimiento y solo había podido poner un poco de barro en sus heridas para que las mismas dejaran de sangrar, se sentía un completo imbécil al no haberse dado cuenta de que era muy mala idea ir hasta los riscos, las piedras era completamente filosas y eso había claramente impactado contra ambos, no solo lastimando a la rubia, sino que también dejando el bote inservible para avanzar en el océano, gracias a la pinchadura que tenía en su costado izquierdo.

Pero era la única alternativa con la que había podido confiar y contar en la madrugada mientras que no veía absolutamente nada a su alrededor y se dirigía lo más lejos posible de los rayos y truenos.

De cualquier manera, lo único que ahora mismo le importaba era que la hermana menor de sus mejores amigos recobrara el conocimiento.

Luego, tendrían mucho tiempo hasta que los rescataran de preocuparse, porque el bote era completamente inútil para salir de allí, pero la preocupación comenzaba a inundar su pecho cuando veía que ella no parecía recobrar la conciencia y que su color se volvía cada vez más pálido, quizás gracias al frio, pero había improvisado una pequeña fogata gracias a su encendedor de bolsillo.

De regreso al océano.Where stories live. Discover now