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Emma se acerca hacia Jay, su mirada ya le indica que se encuentra con ganas de algo más que una charla, había estado gastando energía llorando.

Con la cabeza en cualquier lado y no podía hacer más que querer con todas sus fuerzas poder estar junto a la persona que le daba calma.

—¿Por qué tan cariñosa?— Bromea cuándo acaricia su mejilla.

Ella sonríe moviendo sus pestañas, al mismo tiempo que le da un fuerte abrazo, el cuál Jay, corresponde, sintiendo su fragancia a coco en su cabello y lo suave que tenía la piel por haberse terminado de bañar hace breves minutos...

—Ya no quiero hablar de cosas que me hagan mal.— Murmura a modo de explicación.

Jay asiente apretando sus labios, infla su pecho y se aferra más a ella, quedándose abrazados unos segundos más de lo normal, siendo cómo una especie de nuevo deseo desbloqueado.

Emma le genera querer estar continuamente a su lado, disfrutando de su aroma, de sus besos, de sus abrazos y caricias.

—Hermosa.— Jay se aleja tan sólo unos centímetros.

Cuándo es Emma quién separa poco a poco sus manos de su pecho, y cómo el mismo no quiere separarse, no tiene mejor ocurrencia que darle un pequeño beso en su mejilla, muy cerca de la comisura de sus dulces y delicados labios rodados.

—¿Uhmm?— Parpadea.

—Me encantas.— Admite ronco.

Se encuentra ansioso, el día anterior habían tenido una clase excepcional de sexo, incluso, habían dejado los pudores hacia un costado, más específicamente Emma, haciéndolo en la playa, sin importar nada, y es por eso mismo que aquella experiencia había dejado más que sensible a Jay, queriendo tener cada vez más de aquello.

Debía controlar sus ansias y desesperación, aúnque era aquello o hablarle de sus sentimientos.

—¿Si?— Muerde su labio inferior.

—Sos hermosa, Emma.— Suelta.

Luego de varios segundos observando su rostro. Causándole gracia, y algo más en su entrepierna, ver sus mejillas ruborizadas a causa del beso.

Emma es tan inocente que logra tan sólo con una mirada encender a Jay por completo.

—No digas esas cosas.— Sonríe, mordiendo su labio inferior.

Volviendo a colocar sus manos sobre el hombro del castaño, queriendo hacer el mayor esfuerzo posible para no tener que hacer puntas de pie, y poder lograr su cometido sin ningún inconveniente, y por sobre todas las cosas, sin errores.

Observa sus labios y se acerca a besarlo, sin previo aviso.

Aquello no hacía más que elevar el ego de Jay.

Emma es muy hermosa, perfectamente por fuera, cómo por dentro, y eso era lo que más lo vuelve loco, pero qué ahora, fuera una de las primeras veces en la que esta tomando la delantera lo volvía por completo excitado.

Un beso tierno, ella coloca, con cuidado y suavidad, sus brazos en su cuello, Jay, aprovecha momento de acercamiento para comenzar a dirigir, poco a poco, sus manos a su espalda media, teniendo la gran ventaja de que Emma se encontraba con poca ropa y podía, de esa manera sentir su maya por debajo.

El separarse por falta de aire es algo inevitable, a pesar de que el beso es suave, tierno y sensual, logrando qué ambos tengan las respiraciones agitadas y se encuentren completamente sensibles ante cualquier toque.

—¿Desde cuándo querías besarme?— Emma cuestiona mordiendo su labio inferior.

El castaño se sorprende de su pregunta, la pequeña miss universo no era de hablar mucho en ese tipo de encuentros, usualmente sólo balbuceaba incoherencias mientras que disfrutaba de las sensaciones increíbles de placer que el mejor amigo de sus hermanos le estaba enseñando día tras día.

De regreso al océano.Место, где живут истории. Откройте их для себя