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Lo que lo está haciendo avanzar de manera desesperada no es el miedo, sino que es el temor y la desesperación de que algo le suceda a Emma.

-¡Emma! ¡Maldición!- Suelta, siendo qué es, prácticamente, imposible poder obtener una respuesta por parte de ella.

Emma está sin conocimiento.

La concentración es primordial, no puede, por más que quiera, pensar en otra cosa que pueda llegar a ser perjudicial o que pueda funcionar como distractor.

-¡No puede pasarnos esto!- Se queja.

Pensar en las heridas que Emma puede llegar a tener es lo que más le dificulta la bajada y concentrarse en la misma, dónde se equivoque al pisar puede llegar a tener el mismo destino que ella había estado teniendo minutos atrás.

-¡Emma es importante que escuches mí voz y reacciónes!- Sisea aferrándose con fuerza a los rocas.

El lugar está tan húmedo y resbaloso que se necesita un equipo de escalada profesional para poder salir ilesos sin un solo rasguño, parece ser uno de los lugares más húmedos de toda la isla, según tiene en cuánta los lugares por los que él estuvo.

Suelta una maldición nuevamente al darse cuenta de qué es mucho más complicado bajar de lo que él mismo creía, y no puede comprender cómo es que ella todavía sigue con vida... A pesar del gran golpe que se pudo haber dado.

-¡Aguanta un poco más, Emma!- Pide.

Avanza y jadea cada vez que está al borde de pisar mal, aquello no es lo que más miedo e incertidumbre genera. Jay puede nadar, sortear cualquier incoveniente que tenga allí abajo, el temor es lastimarse al punto de no poder ayudar a Emma, necesita corroborar qué ese tumulto de allí es ella, y que no solo quedó su mochila aferrada la roca.

Sus gritos y sus llamado hacia su paradero le dan la pauta de que Emma no salió de la olla por sus propios medios y que lo más probable es que ella sea aquella mancha pequeña que ve desde lejos.

-¡No, no, no!- Muerde su labio inferior.

Los grandes árboles de todavía siguen evitando que el agua caiga bruscamente sobre ellos, aquello no es lo suficientemente efectivo cómo para poder evitar que el camino no esté húmedo y resbaloso por completo, ni para evitar que la corrosión de las piedras y todo ese mismo moho, que tienen las mismas acumulado así por años, no sea de una gran dificultad para poder ir avanzando cuesta abajo.

Intenta no mirar hacia abajo, a pesar de que tiene una notable desesperación por observar si es que ella reacciona y se mueve aúnque sea por unos centímetros, no obstante, mirar hacia abajo es lo que más nervioso lo tiene gracias a la altura y al poco camino para bajar.

No es un camino armado por la mano humana, sino que el mismo se había formado gracias a la corrosión de los años y el tiempo que había estado el agua goteando y cayendo poco a poco para poder golpear piedra por piedra...

Por ende, era muy obvio que el mismo no fuera en absoluto cómodo ni seguro para poder avanzar.

-¡Esto es una mierda!- Se maldice.

Se aferra con fuerza con sus brazos fuertes y largos hacia el borde de la piedras, avanza paso por paso, al mismo tiempo qué mueve cada una de sus manos cuándo mueve cada uno de sus pies, intenta poder ir visualizando cómo es que se encuentra el panorama algunos metros hacia abajo para poder ir haciendo movimientos de escalación que le permiten llegar, por supuesto, que mucho más rápido a su objetivo.

-¡Emma!- Insiste en llamarla.

Se le había cruzado por la cabeza a saltar de una vez por todas, pero no tenía ni la menor idea de qué profundidad estaban hablando y si debajo de aquella agua cristalina podría encontrar grandes rocas a muy poca distancia que le impidieran nadar y le generarán una muerte inmediata.

De regreso al océano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora