55

213 14 0
                                    

Emma carraspea y baja la mirada con una pequeña sonrisa queriéndose escapar por sus labios.

—Creo que necesitas descansar.— Propone con una tierna mueca.

Para su sorpresa Jay no hace más que reír y morder su labio inferior. —Me siento mal, estoy cansado, pero no te creas que lo que te estoy diciendo es porque estoy delirando a causa de la fiebre.— Deja más que en claro.

Que él este dejando en claro esa oración, es todo un problema para Emma.

—Umh...— Susurra.

Todas las dudas que tenía acerca del mejor amigo de sus hermanos, se iba disipando poco a poco, y todo ese miedo, qué además, la estaba frenando a cada momento se iba, también, desarmando, hasta el punto de darse cuenta de que probablemente sólo había que lanzarse hacia el vacío y ver qué sucedía.

—¿Tenés vergüenza?— Muerde su labio inferior.

—No.— Achina sus ojos.

Seguía esa duda en su cabeza que le recordaba, sí estaba bien, o si estaba mal, lo que estaba pensando si no era un crimen creer que podía llegar a empezar a sentir cosas por alguien que siempre le había llamado la atención.

—Yo creo que si, hermosa.— Sonríe.

Emma abre sus labios y los vuelve a cerrar. —Jay.— Lo frena.

No podía admitir lo qué se sentía estar enamorada, no le había pasado jamás en toda su existencia, es por eso mismo que no sabía muy bien de qué se trataba todo esto que estaba haciendo cada vez más sugestivo de forma recurrente.

—¿Si, bonita?— Mueve sus pestañas.

—Creo que cuándo te despiertes mañana y te sientas mejor vas a querer reprimirte por lo que dijiste hoy.— Bromea con una sonrisa de costado.

Sonrisa que Jay acompaña, de igual manera, y niega con la cabeza, mientras que se acerca un poco más hacia ella, tomando su mejilla entre sus manos.

—No lo creo.— Le guiña un ojo.

El calor del contacto es realmente extremo, debido a que las temperaturas entre uno y el otro, son completamente distintas... Y eso ayuda, un poco, a que toda la situación sea bastante intrigante.

Emma quiere poder reconocer cada una de las emociones, y desglosar cada una de las mismas respecto a lo que siente cada vez que él la toca de esa manera.

—Yo creo que si.— Balbucea.

—No me voy a arrepentir de esto, incluso creo que me arrepiento de no haberlo hecho desde hace mucho tiempo atrás.— Sonríe cínico mientras que coloca sus ojos en blanco.

Emma abre sus labios sorprendida y los vuelve a cerrar al no saber qué decir.

Esta confundida e intrigada, con un sinfín de preguntas que estaban por aparecer en su cabeza en forma de remolino.

—¿O sea que durante todo este tiempo me estuviste mintiendo diciendo que no importaba lo del beso?— Se queja, mientras que arruga su entrecejo en una mueca de no entender lo que está ocurriendo.

Jay carraspea, se sentía débil pero no hasta el punto de no querer dejar la conversación. —Emma.— Murmura.

Había soltado lo que le pasaba, no se iba a echar  atrás ni se iba a dar por vencido, habiendo dado el primer paso, y teniendo, al menos, una respuesta positiva por parte de ella, hasta el momento.

Tampoco estaba muy seguro de cómo es que Emma iba a reaccionar.

Aúnque, el hecho de que ella no hubiera salido despavorida y espantada de la carpa le daba la pauta de qué no se iría y lo escucharía.

De regreso al océano.Where stories live. Discover now