𝙺𝙰𝙿𝙸𝚃𝙴𝙻 5: Un día en Columbine.

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~Eric Harris.

No he descansado bien. Siento que algo malo pasa y me apoyo más a mi teoría por la extraña actitud de Dylan pues actuaba como un rarito, evitaba mirarme, temblaba, tartamudeaba y sus respuestas eran cortantes: movía la cabeza para decir “sí” o “no”, levantaba el pulgar para indicar que estaba bien y para expresar aprobación solo decía “ajá” o “hm”

Decidí romper el hielo —¿Te pasa algo?— quería morderme la lengua por escucharme tan demandante pero al mismo tiempo siento que él se merece aquél trato. Él sacudió su cabeza de lado a lado indicando un “no”.

—deja de hacer eso, pareces una mujer enojada con su marido y que actúa como idiota para llamar la atención.

Finalmente, el rubio me miró. —solo tuve una mala noche

Chasqué la lengua —yo también tuve una mala noche y no ando de rarito.

—el mundo ya está acostumbrado a verte como un rarito, por eso nadie te dice nada— dicho esto, siguió comiendo su desayuno.

Tenía ganas de estrellarle un puñetazo en la cara —sea a lo que sea que estás jugando, deja de hacerlo— demandé con poca paciencia.

Él rodó los ojos —cosas personales, Eric, cosas personales...

—dejemos ésta mierda de lado, debemos ir a clases.

—agh, Secundaria Columbine: la cárcel para raritos— susurró provocativo para molestar a su amigo.

—eso te incluye, estúpido. A tí, a mí, a los Jocks y a todos en ésta zona de Denver.

—Pffff, vamos a tomar el tren— demandó con una sonrisa casual mientras se mecía sobre las dos patas de atrás de su silla.

Le devolví la sonrisa, algo sonrojado por la perfección de ella—no es necesario, iremos en mi auto— A Dylan se le esfumó la felicidad y dejó de amacarse, perdiendo el equilibrio y cayendo sobre sus espaldas.

—¿Te refieres a la lata con ruedas que está allá fuera?— se asomó la mitad de su cara siendo el resto de su cuerpo tapado por la mesa y señaló con el pulgar el auto a través de la ventana.

—es mejor que TÚ “lata con ruedas”— defendí.

El más alto carcajeó —por favor, ni siquiera tú te crees semejante mentira— sostuvo a la vez que se sentaba

Me crucé de brazos para mirarle desafiante —¿Las ruedas están infladas?

Rodó los ojos nuevamente —le faltan algo de aire pero la estabilidad se arregla poniendo peso en donde corresponda.

—si ajá... ¿Conseguiste un espejo retrovisor?

—¿Para qué un espejo retrovisor cuando tienes espejos a los costados del auto?

Bufé y continué con mi interrogatorio—¿Arreglaste el vidrio de la luz trasera?

Ahora Dylan se cruza de brazos —por supuesto.

Me acerqué a la ventana de la cocina para inspeccionar el auto del contrario. Esforcé su vista para ver mejor y noté que, obviamente, me había mentido —Dylan, literalmente pusiste una fuente para ensaladas transparente como repuesto.

Alzó los hombros, expresando indiferencia—no se nota a simple vista.

—¡Agh! ¿Haz visto la puerta del acompañante? ¡Tiene una A-BO-LLA-DU-RA!

—no hay abolladura que no puede ser disimulada con un sticker del coyote— sonrió.

El adjetivo “idiota” le quedaba corto pero ya no le seguiría el rollo —no te sigo el juego porque me volveré tan imbécil como tú. Así que: o vienes conmigo a la escuela o te tomas el tren.

¿𝑨𝒖𝒏 𝒄𝒓𝒆𝒆𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒕𝒖 𝒃𝒓𝒐𝒎𝒂 𝒆𝒔 𝒅𝒊𝒗𝒆𝒓𝒕𝒊𝒅𝒂? | Dylric Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang