𝙺𝙰𝙿𝙸𝚃𝙴𝙻 11: BlackJack's Pizza.

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{Eric Harris}

—la velocidad de una reacción química es la medición del consumo de los reactivos para formar productos por unidad de tiempo, la cual se mide mol sobre litro por segundo.

Dylan solo mira la hoja amarillenta del viejo libro, pestañea varias veces tratando de entender la información que le daba... Al parecer, sin éxito —ehh, ¿Puedes decirlo de nuevo?

—es la cuarta vez que te la repito en un minuto Dylan ¿No que habías ido a clases para superdotados?— interrogo de brazos cruzados.

Gruñe —¡Ésto no tiene sentido!

—nada tiene sentido en ésta vida, por eso el propósito de nuestra existencia es encontrarle el sentido a la misma.

Él me mira con mala cara —si no apruebo ésta materia, las esferas navideñas no van a ser lo único que cuelgue de un árbol cuando sean las fiestas.

Las ganas de darle una bofetada son grandes, pero mi autocontrol lo es más y aquello no sucede —vuelves a hablar de suicidio y hago un vídeo snuff contigo.

—qué simpático.

Ruedo los ojos —la velocidad de una reacción es el tiempo en el que sucede la misma.

—¿Y no podías decirlo así?

Tuerzo la boca —encima que te ayudo, te quejas.

Él levanta una ceja —nunca te pedí ayuda.

—desagradecido: sin mi, no eres nadie— le sigo el juego. Él me saca la lengua, yo imito su acción.

Hay un breve silencio antes de que Dylan hable —sabes, no podemos esperar a que Robin compre las cosas por su cuenta. Necesitamos darle el dinero para que no tenga que poner de su bolsillo.

«Carajo, olvidé esa parte» me reprocho mentalmente.

—¿Y qué quieres que haga? ¿Que lave autos en bragas?

Alza los hombros —como mínimo...— yo tomo lo que esté a mi alcance para arrojarselo, un cuaderno en éste caso.

Ambos nos ponemos a pensar en posibles oportunidades de trabajo para dos adolescentes de 17 años.

La primera propuesta surge por parte del rubio —¿Qué te parece de empleados domésticos? Quiero decir, cuidar y mantener el orden de las casas cuando no estén las familias por vacaciones o trabajo.

Niego rotundamente la posibilidad —eso es cosa de mujeres— argumento.

Me mira con cansancio — no estamos en 1797 Eric, deja esos pensamientos tan arcaicos y sal de tu cueva.

—pero estamos en 1998, si los Jocks se enteran de ésto: se van a reír de nosotros hasta cuando respiremos. No voy a arriesgarme a salir de mi cueva para entrar a un infierno.

Él parece querer hacerme entrar en razón pero calla y, en su lugar, piensa con una mano en su mentón —¿Qué te parece de cajeros en un supermercado?

Lo pienso un poco —no quiero soportar gente mal educada.

Bufa —tú no te soportas ni a tí mismo— se cruza de brazos.

Se me prende el foquito y mi rostro se ilumina —¿Por qué mejor no trabajamos haciendo deliveris?

Dylan, el cual hace unos segundos se estaba meciendo de brazos cruzados, pierde el equilibrio y cae sobre su espalda —¿Es joda, no?— cuestiona al reincorporarse.

Me paro y apoyo mis manos sobre la mesa —¡Es perfecto! Salimos de clases, nos arreglamos y vamos a trabajar.

Él ahoga una risa mientras se sienta —¿Sabes? la parte donde dices “nos arreglamos” sonó muy gay.

¿𝑨𝒖𝒏 𝒄𝒓𝒆𝒆𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒕𝒖 𝒃𝒓𝒐𝒎𝒂 𝒆𝒔 𝒅𝒊𝒗𝒆𝒓𝒕𝒊𝒅𝒂? | Dylric Where stories live. Discover now