𝙺𝙰𝙿𝙸𝚃𝙴𝙻 16: el consejo de Robin

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[⚠️: éste capítulo expone una escena de cortadas. Si eres sensible por favor pasa al siguiente capítulo y si pasas una situación similar, BUSCA AYUDA]

Dylan Klebold.

—¿Me estás prestando atención?

Parpadeo varias veces —oh, por supuesto. Solo estaba haciéndome una imagen mental del tema— argumenté meciéndome en la silla.

—¿Con los ojos cerrados?

Asiento mientras bostezo —se me hace más fácil concentrarme.

—debes entender qu- ¡Dylan!

Sacudo la cabeza y tallo mis ojos —¿Qué?

—¿En serio estás bien?

Suspiro —ya sabes que no, no he podido dormir bien desde esa noche.

Robin me mira con lástima, exhala y se queda muda unos segundos —creo que necesitas ayuda, no te digo un psicólogo pero sí contarle a alguien: un familiar o un amigo cercano.

La miro mal —el único amigo cercano que tenía era Eric ¡Y ahora ya no está!— un sollozo amenaza con escaparse pero lo detengo, no quería verme vulnerable.

Ella inclina la cabeza hacia un lado, analizandome —mira, es válido lo que sientes. Haz perdido mucho en muy poco tiempo, en tu mente gobierna un tornado de ideas y en tu corazón hay un desastre de emociones.

Miro lo que mis ojos me permiten ver desde la perspectiva de las gradas. Muchas parejas de personas que van y vienen, algunos charlan, otros ríen, unos compartían un cómodo silencio —¿A qué quieres llegar, Robin?

Sonríe amablemente —te recomiendo que tengas un diario personal.

Frunzo mis cejas —si eso fué una broma, no dió risa.

Me observa frustrada —hablo en serio.

La miré desconcertado —¿Cuántos años crees que tengo? ¿10? No seas ñoña, esas cosas son para niñas que sueñan con ser princesas y tener de mascota un pony de arcoíris.

Me contempla con ojos desafiantes  —no tienes que ir por el mundo esparciendo tu mala onda, tu también fuiste un niño una vez y seguramente creíste en Santa Claus. Te estoy tratando de ayudar a superar tus problemas pero tampoco le pones ganas para que las cosas marchen mejor.

Ruedo los ojos —no te lo pedí, así que si vas a manipularme que estás perdiendo horas de clases... puedes irte— murmuré con los ojos puestos en el piso.

Su mirada cambia a una comprensiva —Dylan, y- la interrumpo.

—¿Quieres ayudar? ¡Pues lárgate de aquí, ahora mismo!

Ella se para, pero como soy más alto y estoy sentado quedamos a la misma altura —¡No voy a irme!— me confronta.

Gruño —¿Por qué? ¡Vete!

Toma aire —¡Porque eres mi amigo, y quiero que estés bien!

Nos quedamos en silencio, en ese momento no existía nada más en el mundo que importara más que mi discusión con Robin por lo que me detengo a mirarla con detalles, hasta al punto de conocer su rostro de memoria: pude apreciar que lágrimas luchaban por salir de sus ojos, sus labios temblaban al igual que el resto de su cuerpo, sus cejas fruncidas producto de la ira que se apoderaba de su ser, su respiración agitada y sus manos empuñadas.

Aquél instante de duración efímera fué solo eso, un instante, porque un segundo después había puesto los pies en la tierra.

Ella se desmorona en mi presencia —¡Mierda!— exclama mirándome con odio y dolor, yo solo retrocedo un poco sobre las butacas —¡Quiero ayudarte! Eres un gran chico Dylan y quiero que por un momento sientas esa paz y felicidad de la cual le platicabas a Eric en clase.

¿𝑨𝒖𝒏 𝒄𝒓𝒆𝒆𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒕𝒖 𝒃𝒓𝒐𝒎𝒂 𝒆𝒔 𝒅𝒊𝒗𝒆𝒓𝒕𝒊𝒅𝒂? | Dylric Where stories live. Discover now