𝙺𝙰𝙿𝙸𝚃𝙴𝙻 17: serendipia

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Dylan Klebold.

Soy despertado por varios golpes a mi puerta, eran mis padres reclamando que debía ir a clases. En pánico, trato de levantarme pero un peso en mi pecho lo impide: era Lucy ronroneando. Apenas sonrío y la aparto de encima para comenzar a vestirme y prepararme para asistir a la escuela.

—¿Dylan?— me llama mi madre del otro lado de la puerta. —¿Estás despierto? ¡Llegarás tarde!— advierte.

—¡Ya voy!— Tomo mi mochila apresuradamente y salgo de mi dormitorio.

Bajo las escaleras y me encuentro a mi madre en la cocina, a mi padre leyendo el periódico de aquél día, Byron desayunando y Rocky arriba de la heladera observando con superioridad el ambiente desde lo más alto.

—¿No vas a desayunar?— murmura mi madre con preocupación.

Niego —no tengo hambre.

—por lo menos toma un vaso de jugo de naranja— ruega.

—no te preocupes, comeré en el colegio— trato de calmarla, ella y mi padre se miran pero deja que me marche de casa.

Me subo a mi coche y parto hacia Columbine. Al llegar al estacionamiento, lo aparco y corro hacia mis clases de matemáticas; entro al curso y afortunadamente la profesora no había llegado. Busco en mi mochila mi cuaderno de apuntes y un bolígrafo, no obstante me encuentro con que me había olvidado todo lo necesario para ese día: a excepción de una bolsa que contenía comida para la hora del almuerzo.

«¡Maldita sea!»

La profesora Miller ingresa y saluda a los alumnos presentes, yo miro atrás buscando un asiento vacío para que ella no me viera sin mis cosas pero todos estaban ocupados. Comenzó a explicar la fórmula para ecuaciones de segundo año, yo prestaba atención para no olvidarme de cada detalle del nuevo tema. Si la profesora miraba en mi dirección me tocaba la barbilla, asentía con la cabeza o miraba hacia un punto fijo fingiendo estar concentrado en el tema. Cuando Miller volvió al pizarrón volví a revisar mi mochila para ver si encontraba algo que me ayude a sobrevivir a aquellas horas pero solo hallé un lápiz negro, decidí ir anotando en la mesa en tamaño pequeño para que no sea tan obvio.

Era arriesgado y estaba bastante nervioso, sentía que los directivos miraban a través de las paredes, que todo el salón se daba cuenta de lo que estaba haciendo y que la profesora en cualquier momento notaría mi pequeño crimen.

Quien diría que todo eso pasaría unos segundos después...

Abrumado por mis pensamientos dejé de prestar atención a la realidad, y justo en ese momento en que la profesora se dió la vuelta para ver si todos estábamos siguiendo el hilo notó mi distracción.

—¡Klebold!

—¡Yo no fuí!— grité en respuesta, todos callaron y me miraron raro.

Ella me miró seria —¿Qué fué lo último que dije?

Sentí el peso de todas las miradas desaprobatorias en mi ser —Y-yo...— no podía hablar, miraba en todas direcciones buscando una respuesta o un escape de aquella situación.

Miller empezó a acercarse lentamente hacia mi banco, yo tapé mis apuntes con mis brazos —¿Por qué no estás anotando lo que estoy copiando y explicando lo del pizarrón?

—¡Sí, Dylan! ¡No está de adorno!— gritó el líder de los Jocks, Evan Todd.

Estaba bastante aterrado por todas las burlas —m-mi mami no puso las cosas que debía...

¿𝑨𝒖𝒏 𝒄𝒓𝒆𝒆𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒕𝒖 𝒃𝒓𝒐𝒎𝒂 𝒆𝒔 𝒅𝒊𝒗𝒆𝒓𝒕𝒊𝒅𝒂? | Dylric Where stories live. Discover now