16. Primer Amanecer.

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— Esta es una pésima idea— murmuró en voz baja.

Después de aquel encuentro en el lago, Ivette le había propuesto que después de la cena, la esperara en la biblioteca, que tenía un plan para ellas. Horas antes había hablado con Rebeka, según Ivette era buena idea que la morena dejara la puerta sin seguro, y aunque Rebeka quería preguntar de qué se trataba, sabía que ese plan estaba compuesto solo por ella y la rubia.

Y allí se encontraba caminando de puntillas y a escondidas de la mano con Ivette quien la guiaba.

— Shh— mandó a callarla. Cuando iban a pasar por el pasillo vieron a Angélica, la guardiana de los pasillos, saliendo de este mismo. Ivette arrastró rápidamente a Margot hacia una estatua que estaba a un lado de ellas y la pegó contra este, haciendo que no las viera.

La castaña asustada cerró los ojos rogando que no la atraparan, no quería reunirse de nuevo con la directora y por muy nieta que fuera, dudaba que Ivette la ayudará en esa situación. Ivette sonrió de medio lado cuando vio como Margot estaba asustada, iba a decirle que ya todo había pasado, cuando notó que Angélica justamente pasaba por su lado, Ivette se pegó completamente a la ojiazul sintiendo el calor de su cuerpo, el pasillo tenía una luz opaca, por lo tanto no las vería, a menos que su linterna alumbrara hacia donde estaban.

Respiró normalmente cuando volteó y no vio a la generala, suspiró y se separó centímetros de Margot.

— Te dije que esto era mala idea— se sonrieron en silencio, no lo aceptaría en voz alta, primero muerta que darle la razón a alguien, pero allí con esa sonrisa y esos ojos brillando, podría aceptarlo.

— Vamos— le tendió su mano y la castaña la tomó de una. Avanzaron nuevamente por el pasillo, y Margot frunció el ceño cuando vio que paraban frente a una puerta—. Bienvenida.

Ivette abrió la puerta y permitió que pasará de primero. Margot se sorprendió cuando notó que esa habitación era un tanto más grande que la que compartían Rebeka y ella, tenían hasta aire acondicionado. Ivette si tenía beneficios, por mucho que dijeran que no.

— Llegaste tarde— dio un salto cuando escuchó una voz viniendo de un lado de la habitación. Una chica mucho más alta que ella salía del baño con una sonrisa irónica en su rostro, le era familiar, seguramente era del círculo de Ivette.

— ¿Ya te vas?— preguntó la rubia a la vez que se sentaba en su cama, que sin duda eran un poco más grande, miró a Margot y palmeo a su lado, para que tomara asiento, la castaña acató tímidamente.

— ¿Ya me estás echando?— arqueó una ceja y se acercó a la nueva integrante de ese lugar—. Disculpa mis modales, soy Lucia.

Extendió su mano, Margot la estrechó y sonrió.

— Margot.

— Si, ya sabía de tu nombre, me han hablado tanto de ti.

Rió y regresó a su cama, donde tenía una maleta abierta y ropa dispersa.

— ¿Tuvieron problemas?

— No— Ivette se levantó y abrió su closet para luego arrastrar una despensa donde en el centro había una TV, y alrededor era decorado por libros.

— Que manera de echarme— Margot se sentía más tímida que nunca, estaba acostumbrada a la gente que conocía y tenía confianza, tratar con gente nueva era una inseguridad que siempre tenía.

— Eres una lenta, tirare tus tacones por la ventana, creo que de esa manera hasta le harías competencia a Flash.

— ¡Que ni se te ocurra! ¡Loca!

Flower ArtWhere stories live. Discover now