37. El desenlace.

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Corría lo más rápido posible, su respiración estaba entrecortada y sus ojos soltaban las lágrimas que tanto había retenido. El pánico la cobijó y el temor de que todo fuera real se caló en su pecho.

Esto debe ser una maldita pesadilla.

La puerta fue azotada con fuerza y desespero, era posible escucharlo en todo el pasillo.

Su corazón se volcó en un vacío cuando la esperanza de que la puerta fuera abierta por Margot fue desechada como basura. Rebeka estaba inerte en la puerta observándola sin expresión alguna.

— ¿Donde está?— pasó empujando a Rebeka con su hombro, pero solo encontró a Lucia despertando. Se giró de vuelta a la morena—. Te pregunté algo.

— ¿Todavía tienes la capacidad para preguntar por ella después de todo?— se acercó a ella y río con ironía—. En vez de dirigir las obras deberías de ser actriz, eres tan buena.

— Tu no sabes nada— refutó con molestia—. Dime dónde está.

— ¿Que pasó?— Lucia parecía fuera de trance.

— ¡Que me digas!—Ivette gritó enfurecida. Le estaba sacando de quicio ver a Rebeka parada ahí tan tranquila.

— Se fue, Ivette— un pitido resurgió de sus oídos, sus piernas empezaron a fallar y sintió como todo empezaba a darle vueltas.

Ella no podía irse así, no podía irse sin darle la oportunidad de explicarle.

Ella no podía irse odiándola.

Ivette se recompuso y caminó hacia el closet queriendo verificar lo que decía Rebeka. Lo abrió rápidamente encontrando el compartimiento de Margot vacío, su ropa no estaba, ni sus zapatos, ni sus libros, nada perteneciente a Margot residía ahí, solo...los regalos de Ivette.

Cerró los ojos al sentir el dolor acaparar su corazón, al volver abrirlos sus ojos quedaron en un punto fijo del closet. Sus cejas se unieron formando un ceño fruncido, era un cuadro pero estaba tapado por una sábana blanca.

— Yo que tú dejaría eso ahí— comentó Rebeka.

La rubia se hizo de oídos sordos y sacó el cuadro de allí, al ponerlo encima de la cama que pertenecía a Margot quitó de un movimiento la sábana.

— No...— sus ojos se llenaron de lágrimas inmediatamente sintió un pinchazo en su pecho. Era un retrato de ella, su rostro de lado, sus ojos fijos en punto desconocido y el sol iluminando su cabellera rubia.

— Ella planeaba dártelo en unas semanas, tenía pensado invitarte a salir y como sorpresa darte el cuadro. Margot pensaba que de alguna manera debía de retribuirte todo lo que has hecho por ella— rió—. Y pensar que ni siquiera lo hacías de corazón.

— Rebeka— sentenció Lucía al notar como Ivette apretaba sus puños.

La rubia observó algo sobresaliendo de la parte de atrás del cuadro, le dio vuelta y encontró una nota.

"El dibujo, el pintar, era todo para mí.

Todos los artistas hablan de que siempre han tenido una musa.

Y encontré la mía.

Te volviste tan o más importante que mi propia vocación, porque cada que te veo, veo arte.

Eres arte ante mis ojos.

Hice lo que pude, pero la verdad, este retrato no hace justicia a tu belleza."

— ¿Cómo se enteró?— preguntó Ivette sin quitar la mirada de la nota.

— Compruébalo tu— Rebeka agarró la grabadora que Margot había dejado en la habitación y se la tiró.

Flower ArtWhere stories live. Discover now