36. La nota.

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Las nubes grises iban moviéndose lentamente anticipando que sería un día de lluvia, no era una molestia, la verdad era que tanto como amaba los días soleados y ventilados, también amaba los días fríos y oscuros.

Sentada en una de las escaleras que daban inicio a la entrada voluptuosa del internado Lambert, estaba Margot observando el cielo sonriendo como empezaban a caer algunas gotas en su rostro. Cerró los ojos con fuerza y suspiró con angustia.

— ¿De verdad deseas esto?— su amiga le susurraba a su lado.

— No tengo de otra— murmuró.

— ¿Estás cien por cien segura?— los ojos azules se fijaron en la morena.

— Lo estoy— su voz se quebró notando que su decisión le pesaba.

— Todo está listo, ya me dieron el sí- Margot asintió lentamente.

— Es hora de entrar— se levantó y se giró entrando acompañada de su amiga.

La noche empezaba a caer, Margot había estado dentro de su habitación mirando fijamente a un punto inexistente, se limpió sus lágrimas y empezó a escribir en una de las hojas de su libreta, dando libertad a sus sentimientos y describiendo todo lo que sentía en aquel momento.

Salió horas más tarde para cenar junto con sus amigas mientras que con la mirada buscaba aquellos ojos grises, que la descubrieron acompañada de una sonrisa maliciosa, ella le respondió de igual manera y desvío la mirada.

Miró a cada una de las chicas, sus facciones, sus sonrisas, queriendo atesorar ese momento como si fuera el último. Alejandra como siempre quejándose de medio mundo, mientras que Nohelia rodaba los ojos con fastidio, Julia solo se reía a carcajadas, Rebeka también se unía a las quejas y Marcela, solo negaba con la cabeza con una mueca de burla. Eran las únicas chicas que la acogieron como una más de ellas sin conocerla cuando llegó a este lugar, y eso siempre lo llevaría en su corazón.

— Aquí estoy— una pelinegra se paró frente a ella mientras Margot sostenía la puerta de su habitación— ¿Noche de novias?

— Algo así — contestó —Por la mañana podrás volver.

— Tu tardate lo que desees— miró por encima de su hombro observando a Rebeka acostada en su cama.

La castaña agarró su abrigo y sin que se dieran cuenta tomó la nota que había escrito y lo metió en su bolsillo. Miró a Rebeka quien también tenía sus ojos encima de ella, sus ojos dibujaban la preocupación y el apoyo que sentía, la morena dio un asentamiento de cabeza muy poco notable dándole a entender que todo iba a estar bien.

Se despidió de Lucía y salió de la habitación queriendo ralentizar sus pasos, cada latido que su corazón daba era más doloroso que el anterior, cerró sus ojos rogando que a mitad del momento no se quebrara, solo quería...solo quería hacer lo que su corazón pedía.

Frente a la puerta dudo en tocar, los pitidos en sus oídos aún seguían, su pecho subía y baja con velocidad y sus ojos se encontraban iluminados pero no precisamente por felicidad.

Tocó la puerta dos veces, una parte dentro de si imploraba que no abriera, que solo esto fuera una pesadilla más pero sus esperanzas murieron cuando vio como la puerta se abría y una Ivette sorprendida pero alegre se mantenía de pie recostando su peso en la puerta.

— Malak...que sorpresa— se acercó para abrazarla con fuerza y al separarse junto sus labios en un rápido beso— ¿Que haces aquí? Pensé que por el resto del día no nos veríamos más.

— Quiero pasar la noche aquí — Ivette ladeó la cabeza, en parte le parecía raro ya que Margot no era la que hacía esos planes sino ella, pero aún así pensó que tal vez lo hacía por las pesadillas constantes que ha tenido.

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