35. Tratos.

729 69 17
                                    

— ¿Y eso que tiene que ver con todo lo demás?

— ¿No te parece extraño?

— No te hagas ideas locas, por favor— Ivette iba a dar media vuelta cuando Nicholas la detuvo.

— ¿Por qué su padre no lo haría? ¿Por qué no la apellidaría?

— Existen muchas razones, así que, no más vueltas al asunto— quiso zafarse pero el agarre de Nicholas se apretaba aún más—. Aunque algo no me cuadre de todo esto, mi abuelo me dijo que el mismo me diría la verdad, así que basta de investigaciones.

— ¿Y que tan segura estás de que su información será verídica?

Ivette se quedó sin respuesta, no es que no confiara en su abuelo, pero por un momento si lo dudó. Sin embargo, recordó sus palabras y sus facciones, lo conocía, sabía bien que hablaba con seriedad al prometerle que le diría hasta el mínimo detalle.

Volvieron a la pista cuando Nicholas no obtuvo respuesta, Ivette miró inmediatamente al lugar donde minutos antes Margot se encontraba sentada, pero ahora estaba vacío. Recorrió el lugar con la mirada con pánico pero se alivió cuando sus ojos cayeron en un cuerpo moviéndose de un lado a otro con suma lentitud, sus movimientos eran hipnotizadores, si no la conociera pensaría que esa chica había pasado su vida bailando.

— Creo que debemos de tomar a nuestras chicas e irnos— Nicholas comentó.

Las tres chicas bailaban con soltura, no prestaban atención a lo que las rodeaba y en ese momento es que Ivette notó como las tres de repente empezaron a reír a carcajadas, su ceño se frunció y confirmó que las tres estaban pasada de tragos aunque no entendía como Margot se había unido cuando ella fue la primera en decir que no bebería.

Después de algunas quejas y berrinches por parte de las chicas, Nicholas e Ivette lograron meterlas dentro del auto sin mucha dificultad. Cuando llegaron al internado las únicas personas sobrias empezaron a idear como meterían dentro a tres chicas ebrias sin que se dieran cuenta.

— Necesito que por favor te espabiles— Ivette abofeteo suavemente la mejilla de Lucia—. Si se dan cuenta de tu estado y de que sacamos a Rebeka, no solo yo me meteré en problemas.

— Tranquila ¿Por qué te preocupas tanto?— cada palabra lo dijo de manera arrastrada, agotando la poca paciencia de Ivette—. Esta noche estoy supremamente feliz así que yo me hago cargo de Rebeka y tu vete con tu amada a su habitación.

— Lucía...— sentenció.

— Si nos descubren yo me hago cargo— la rubia suspiró desviando la mirada hacia el auto donde Margot estaba recargada, descansando su cabeza en el hombro de Nicholas.

— Vale, vete entonces. Tengan cuidado.

La pelinegra movió su mano haciéndole entender que no se preocupara, tomó del brazo a Rebeka y se escabulleron por la parte detrás del lugar.

— Llévate el auto— dijo—. Ya sabes donde dejarlo.

— ¿Estás segura que podrás llevarte a esta lindura?— Nicholas sonrió con ternura al percatarse de que Margot dormía tranquilamente en su hombro.

— Yo me hago cargo— se acercó a la castaña y se inclinó.

— No pensarás...

Nicholas quedó pasmado cuando observó como Ivette tomaba en brazos a Margot de manera tan fácil, como si de una pluma se tratara.

— Perdiste la jugada— palmeo su hombro—. Caíste bien fuerte.

Ivette negó con la cabeza y dándose vuelta, empezó a caminar lentamente teniendo cuidado de que la chica en sus brazos no se despertara. Margot no pesaba mucho, y aunque así fuera prefería aguantar el peso que a despertarla y hacerle caminar con el sueño y los tragos que llevaba encima.

Flower ArtWhere stories live. Discover now