31. Falling in love.

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Ivette Lambert.

Bostece a la vez que me estiraba, la luminosidad del día se escabullía dentro de la habitación, me costó unos segundos percatarme de la realidad. Voltee mi cabeza al sentir un peso sobre mi brazo derecho y mi corazón se llenó de alegría al ver a Margot de espaldas reposando su cabeza encima de mi brazo.

Con mi brazo restante agarré mi celular y el pánico se apoderó de mi cuando faltaban solo cinco minutos para desayunar, además de tener siete llamadas perdidas de Lucía, la más recién era aproximadamente dos minutos.

Iba a devolver la llamada cuando unos toques en la puerta sonaron, miré a Margot quien se encontraba tranquilamente durmiendo.

— Mierda— no quería hacerlo pero la situación me obligaba. Me levanté a medias ya que aún mi brazo derecho estaba preso—. Margot.

Moví su hombro levemente a la vez que los toques seguían.

— Mar, vamos, despierta— la castaña finalmente se movió pero solo para darse vuelta y acurrucarse en mi pecho.

Como me estaba costando esto.

— Aunque ame lo que estás haciendo necesitas despertar— seguí moviendo a Margot.

Los párpados de Margot fueron abiertos justo cuando los toques volvieron a escucharse. Aleluya.

— Alguien está tocando— se levantó repentinamente.

— Por algo te estoy despertando, perezosa.

— ¿Quien?— alzó la voz dirigiéndose a quien sea que estaba tocando.

— Mas te vale que me abras la puerta ahora mismo, Rousseau. Te voy aniquilar— suspiramos a la vez cuando reconocimos la voz de Rebeka.

— Yo me levantaré — Margot avanzó hasta la puerta, donde como una bala entraron Lucia y Rebeka, ambas con cara de pocos amigos.

— ¿Sabes cuántas veces te he llamado?— hice una mueca ante la pregunta de Lucía.

— ¿Y tú sabes cuántas veces he tocado la puerta?— Margot sonreía de manera burlona—. Claro, ríete, tu la pasaste excelente, pero yo, tuve que aguantarme a esta persona.

— Me llamo Lucía ¿Hola?— Lucía agitó su mano frente a la cara de Rebeka quien rodó los ojos.

— Además de que tengo todo mi uso personal acá, así que, más le vale que salgan ahora mismo y dejen vestirme junto a Margot.

— No puedo salir así— declaré. Margot me miró y yo la miré nuevamente guiñándole un ojo.

— ¿Pueden dejar de sus miradas coquetas?— esta vez Lucía fue quien se irritaba.

— ¿Mala noche, entonces? Se nota bastante— Lucía se encogió de hombros— ¿Podrías traerme ropa?

— ¿Quien soy? ¿Tu secretaria?

— No, algo mucho mejor, mi mejor amiga. Vamos, sabes que no puedo salir.

Rodó los ojos y dando zancadas se retiró.

— Yo...— Rebeka se paseó por la habitación tomando algunas cosas—. Me iré al baño, a vestirme, y cuando salga tienes que meterte de una vez, vamos muy tarde Margot.

La castaña asintió sonriéndole y en cuanto la puerta fue cerrada me moví rápidamente hacia Margot, rodeé su cintura y la arrastré conmigo hacia la cama, entre risas quedé encima de ella.

— Buenos días, mi preciosa pintora— besé su frente, posicionando mis brazos a cada lado de su cuerpo sosteniendo mi peso.

— Buenos días— su mano se alzó hasta acunar mi mejilla—. Luces hermosa incluso cuando despiertas.

Flower ArtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora