21. Integración.

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Habían pasado dos días desde que descubrió la dirección en el diario de su madre. El pensamiento de quién era o que era lo que deseaba encontrar y que quedaba en esa dirección anotada no la dejaba descansar ¿Tendría algo que ver con su accidente? ¿Allá es donde se dirigían cuando salieron de la casa esa noche? El temor de que Rebeka hiciera preguntas personales no la dejaba acercarse y preguntarle si acaso sabía a donde llevaba esa dirección, pero las ansias de querer saber la estaba carcomiendo de a poco por dentro.

Su oportunidad estuvo en sus manos cuando el día anterior Rebeka se había quedado hasta tarde junto a ella estudiando, las dos tenían examen de Matemáticas el día siguiente, y aunque Rebeka rogaba a todos los dioses para que tuviera una buena nota, Margot desde su puesto observó por el rabillo de ojo que las respuestas de la morena eran correctas.

Cuando el timbre había sonado para dar fin a las clases, casi se había topado con Eva pero de no ser por Alejandra que al momento de verla a lo lejos, la apartó hacia los baños. Todas sabían el nivel de incomodidad de Margot cuando estaba junto a esa rubia y esta vez la pelinegra logró ayudarla y sacarla de esa situación.
Sentadas en la mesa junto con su cena, las chicas empezaron hablar sobre la esperada fiesta y la única que se negaba a ir era nada más y nada menos que la pelirroja.

— Piénsalo Marcela, te hará bien, además puedes conocer a un sabelotodo como tú. La pareja perfecta— insistió Julia
.
— No gracias— exclamó a la vez que se llevaba papitas a su boca—. Disfruten ustedes, yo no me apunto, decisión final.

La castaña se había desconectado de la conversación hace mucho, sus ojos disimuladamente observaban a una rubia a lo lejos que se encontraba con Ava en aquel espacio privado para ellas. Como sus mejillas se alzaban para mostrar una sonrisa o como su cabeza ladeaba de un lado a otro, su mirada la detallaba y es que a este punto ya era imposible despegar su mirada de ella.

Nunca fue experta en lo que era en el amor, porque nunca el amor llegó a su puerta. El enamoramiento, el gusto hacia otra persona era algo que normalmente se vivía pero su abuela la había retenido en su propio mundo vacío y ajeno. Por eso le aterraba sentir como su pecho se llenaba de calor, su respiración se aceleraba a la misma velocidad que su corazón o como sus piernas se volvían tan débiles que sentía temblarlas solo con tener la presencia de Ivette en el mismo lugar que ella. Era tan innegable que prefería hacerse la ignorante de lo que sentía, era lo mejor.

Era Ivette de quién se hablaba, y ella apenas era...Margot. Sus labios apenas se abrían para vociferar, no era interactiva, le encantaba su soledad y le obstinaba si alguien se atrevía a interrumpirla en alguna lectura. Era tan cerrada que sabía que era algo estresante para los demás, que vivía constantemente en un duelo y que su corazón solo estaba lleno de tristeza y rencor ¿Eso es lo que le ofrecía a Ivette?

Sin contar el hecho de que ella amaba su zona de confort, amaba la tranquilidad, odiaba los dramas, amaba su silencio, odiaba los bullicios, Margot amaba tanto su soledad que muy difícil era permitir que alguien más arruinara y cambiara su mundo, e Ivette...Ivette era todo lo contrario a lo que era su zona segura.

Ivette era una tormenta de emociones, esas que en el momento que te atrapan ya no tienes escapatoria, es de esas que tan solo una mirada te desarma hasta el alma. Es de esas que nunca acepta un no por respuesta, de esas que prefiere debatir y pelear hasta el cansancio que dar torcer el brazo, de esas que aunque no lo quieras, desees impedirlo, su fuerte y segura personalidad se mete entre tus poros y se adueña hasta de la última célula de tu ser.

Salio de su trance cuando Rebeka le dio un empujón con su hombro, la morena se levantó avisándole que ya debían de irse. Alejando su mirada de la rubia se marchó junto con Rebeka. Al llegar a la habitación se dispuso a bañarse y cambiarse para irse a dormir. Esa noche no hubo conversación de por medio, estaban tan agotadas y Rebeka aún más, sus prácticas de tenis la dejaban tan agotada, que sus ánimos estaban por el piso.

Flower ArtWhere stories live. Discover now