Prefacio

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Estaba tan nervioso cuando atravesó la puerta, que casi cae al tropezar con sus propios pies. Era su primera vez en un lugar como ese y tenía miedo de lucir demasiado normal como para estar allí, o lo suficientemente loco para quedarse. Le gustaba fingir estar en un punto medio.

—¿Señor Liebheart? —El doctor lo miró de reojo al tiempo en que revisaba unos papeles.

—Olvide las formalidades, solo Allan.

—Tome asiento por favor —indicó con las manos—. Estuve leyendo sobre usted.

—Espero que no sea la última vez que lea sobre mí.

—Tengo entendido que sufre de alucinaciones y que a veces se le hace difícil diferenciar lo que es real y lo que no.

—Así es, por eso estoy aquí.

—¿Ha venido solo?

—No, claro que no. Siempre llevo conmigo un par de amigos imaginarios, y cargo a mis pecados y demonios sobre los hombros.

El doctor se limitó a mirarlo y anotó algo en su libreta.

—Eso es... interesante —Continuó sin levantar la mirada de sus anotaciones—. ¿Ve algo fuera de lo normal en este momento?

—Lo que es normal para usted y lo que es normal para mí, son cosas muy distintas, doctor.

—Limítese a responder "sí" o "no". ¿No hay nadie además de usted y yo en esta sala?

Antes de volver a hablar, Allan recorrió cada rincón de la sala con la vista y luego fijó la mirada sobre mí.

—No.

—¿Seguro?

Dile que sí.

—Sí —sonrió.

Valoro nuestros momentos de complicidad. 

DemenciaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt