La casa de la chimenea torcida

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En una mesa frente a la ventana más grande de la repostería del pueblo, se encontraban tres niños conversando mientras tomaban unas malteadas. Era viernes y tenían como costumbre ir allí luego de la escuela.

—Miren esa casa, parece normal, pero siempre me ha dado la impresión de que hay algo extraño con ella —dijo el más pequeño al tiempo en que se acomodaba los anteojos.

—Ya para, Lucas. Siempre estás buscándole la quinta pata al gato y viendo misterios donde no los hay.

—No seas aguafiestas, Ron. ¿Acaso no te encantaría resolver un misterio y ser reconocido por todos? ¿Te imaginas que en esa casa ocurran cosas extraordinarias?, o mejor aún, ¿que viva un ser extraño?

—¿Un ser extraño?

—Sí, como un viejo gruñón que encierra niños glotones en su sótano y los deja morir de hambre. O una anciana que teje mantas con los pelos de sus ciento veinte gatos —mencionó lleno de entusiasmo. Las cosas que parecían más descabelladas y raras para otros, atraían la atención del pequeño.

—Mejor termina tu bebida y deja de fantasear, es solo una casa —Lucas se quedó en silencio bajo la austera mirada de Ron. Cuando se le pasó la molestia sintió curiosidad—. ¿Y por qué ciento veinte gatos?

—La pregunta es —murmuró—, ¿por qué no ciento veinte gatos?

—Ahora sí que se le ha ido la olla —La niña que hasta el momento había permanecido en silencio se unió a la conversación.

—¿Dos contra uno?, ¿en serio? —se quejó— Igual sigo pensando que en esa casa hay algo raro. A que también te causa curiosidad, ¿no es así, Jena?

La presión que ejercían las miradas de sus amigos en espera de respuesta la obligó a hablar.

—No voy a negar que desde acá se ve algo rara, pero, ¿qué podría ser?

Los tres clavaron sus ojos en esta, y comenzaron a enumerar las cosas que consideraban extrañas. Yo hice lo mismo desde mi mesa, ¿qué era lo raro de esa casa? ¿Los ojos que tenía por ventanas?, ¿la boca llena de dientes afilados que tenía de puerta?, ¿las escamas que tenía en lugar de ladrillos?, o ¿esas raras luces en lugar de ojos?

Luego de un largo debate concluyeron en que no era nada de lo que mencionaron.

—Solo es una casa con la chimenea torcida —dijo uno de ellos y los otros estuvieron de acuerdo.

Cierto, no me había fijado en ese detalle. 

 

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DemenciaWhere stories live. Discover now