Música sobre los tejados

36 10 0
                                    


Pasaba de la media noche cuando escuché ese ruido por primera vez. Ni tan alto, ni tan bajo, pero sí lo suficientemente aterrador como para sacarme a rastras de mi sueño. La inarmonía retumbaba en mis oídos, haciendo eco en mi cabeza, provocando que mi mente recogiera el sinfín de imágenes de terror que yacían en mi inconsciente.

El mismo sonido se repetía todas las noches a la misma hora. Con el tiempo dejó de sonar como un conjunto de instrumentos de cuerdas desafinados y pasó a ser la melodía más terrorífica que había escuchado. Una composición capaz de causar fobias inimaginables ante oídos débiles. Era tan caótica, tan espeluznante, tan... ¡Diabólica!

Sí, eso era. Dicha composición desprendía un aire tan maligno que me llenaba de pavor. Una melodía digna de que el diablo se sentara a escucharla en sus ratos libres, a menos claro, que él mismo la tocara.

Muchas veces intenté buscar el origen de tal sonido, con la esperanza de encontrar al causante. Aunque, si les soy sincero, no sabría si bendecir o maldecir tan ágiles manos. Otras veces pregunté a mis vecinos si también la escuchaban, y tantas veces lo negaron que comencé a dudar si la música era real, o si era tocada por el músico dentro de mi cabeza.

No me rendí. Tenía que conocerle, porque por error y sin tener la intención de que me agradara, me volví fanático de su música. Una noche no pegué el ojo y esperé a la hora indicada. La hora en que al parecer el músico salía a practicar. Fue la primera vez que lo vi.

Pasó tan rápido que apenas vislumbré su silueta; no tenía forma definida. Miré la hora marcada en el reloj y de inmediato comprendí el porqué de su prisa. Se le hacía tarde.

Salí por la ventana y caminé con cuidado sobre las cornisas, no obstante, me vi obligado a apresurar mi paso cuando se echó a correr. Por lo visto se dio cuenta de que lo seguía e intentó huir de mí. Las casas estaban tan juntas que saltamos sobre ellas durante la persecución, y la luna brillaba tanto que lucíamos como dos sombras que huían del amanecer.

Subimos y bajamos escaleras, corrimos por las calles, caminamos sobre voladizos y brincamos sobre los tejados hasta que lo perdí.

Me detuve, estaba completamente perdido y fuera de mí. Hasta que la música comenzó a sonar nuevamente. Era un poco diferente, algo suave sin dejar de ser tenebrosa, pero igual de espeluznante. Entonces seguí el sonido hasta que por fin di con el origen.

—Aquí estás —dije con la voz agitada y sin poder creerlo—. Pero, ¿por qué tú?

—¿Por qué no yo?

La decepción me asaltó de golpe al ver al músico. No era más que un gato tocando el violín, el mismo gato que me había visto asesinar a esa familia de sombras que se hacían pasar por personas.

  No era más que un gato tocando el violín, el mismo gato que me había visto asesinar a esa familia de sombras que se hacían pasar por personas

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: May 16, 2023 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

DemenciaWhere stories live. Discover now