Demencia

Persecutor

Alguien o algo me persigue. Finjo no notarlo al girar en cada esquina, hago como que no veo su reflejo detrás del mío al pasar frente a los escaparates de las tiendas, y trato de ignorar su presencia en todo momento.

Solo en las noches me deja tranquilo, luego de acompañarme a casa y verme acostado sobre la cama por fin se va. He puesto la denuncia, pero todos juran que estoy loco, que soy paranoico y que mi angustia se debe a causa del estrés. No estoy loco. Sé con certeza que siempre está ahí; justo detrás de mí, respirándome en la nuca. Pero cada vez que volteo se va.

Se burla de mí.

Tengo miedo por la forma tan repentina en que desaparece cuando apago la luz. Muchos juran que no queda una pizca de cordura en mí, y otros lamentan que me haya echado a perder tan joven. Sé lo que piensan; que le temo, que me asusta y por eso siempre huyo de mi sombra. Pero no es así.

No hay nada más peligroso que una sombra. Las sombras no son proyecciones de objetos golpeados por la luz como todos creen. Son seres con vida que provienen de otro mundo. Un mundo que arde a causa de las llamas provocadas por ellas mismas para no desaparecer. Algunas traspasan ese mundo y llegan al nuestro, en busca de alguien o algo que se les parezca y lo comienzan a seguir. Imitan cada forma y cada movimiento a su antojo como si se transformaran en ellos.

Nos siguen a todas partes, pero no cometan el error de pensar que están atadas a nosotros.

Las sombras tienen voluntad propia, pueden salirse de nuestros pies y comenzar a andar por sí mismas. No dependen de nosotros, solo fingen hasta que se hartan.

Es ahí cuando se vuelven peligrosas.

Por eso les temo, porque las he visto. He visto sombras alzarse y arropar al ser que antes perseguían. Los cubren completamente hasta adquirir su forma y convertirse en ellos. He ahí la cuestión y lo que más me aterra: ¿cómo diferenciar a una persona de una sombra que actúa como ella?

Bueno, supongo que se los contaré en otra ocasión.