Desayuno exquisito

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Lunes por la mañana y el timbre no paraba de sonar. Puse el último plato sobre la mesa, encendí la última vela y llené la última copa de vino antes de ir a ver quién llamaba a la puerta con tanto desespero. En otra ocasión hubiese preguntado a quién demonios se le ocurría molestar tan temprano. Pero no esta vez, ya que podrían ser mis predecibles invitados.

Abrí la puerta y una amplia sonrisa se formó en mi rostro al verlos. Frente a mí se hallaba la típica pareja de policías.

—¿Es usted la señora Müller?

—Así es.

—Tenemos un par de preguntas que hacerle respecto a la desaparición de su esposo.

—Por favor pasen, hace mucho frío afuera.

Los guie a través de los estrechos y oscuros pasillos de la mansión. Y cómo era de esperarse fueron observando todo a su paso, fijándose hasta en el más mínimo detalle. Analizaron cada hendidura entre las paredes y no despegaron el ojo de algunas pinturas. No miento al decir que por poco y examinaban el pedazo de suelo que se escondía bajo sus pies.

Al llegar a la cocina les invité a desayunar conmigo. Lucieron sorprendidos al observar la variedad de platos puestos sobre la mesa. Serví todo tipo de carnes, los mejores cortes de hecho.

—¿No es un desayuno muy cargado? —preguntó uno de ellos— Lo digo porque es muy temprano para comer ese tipo de carne.

—¿Acaso hay una ley que dictamina la hora correcta para comer carne? —Hice un ademán indicándoles que tomaran asiento.

Ambos se dispusieron a comer y en cuestión de minutos devoraron todo en sus platos. Se llenaron la boca con cada bocado y masticaron despacio saboreando cada parte. La sangre de algunos cortes se deslizó por sus labios ahora enrojecidos. No necesitaba probar nada para sentirme saciada, fue un deleite visual verlos comer.

Luego de que se terminara el vino en sus copas fui por la botella más cara de mi reserva, porque no hay mejor acompañante para la carne que un buen vino.

Y ya sé lo que están pensando, que les di de comer a mi propio esposo. Pero se equivocan.

No soy de compartir.

Al regresar a la cocina busqué el sacacorchos, serví una copa y me dispuse a admirar a mi próxima cena.

Al regresar a la cocina busqué el sacacorchos, serví una copa y me dispuse a admirar a mi próxima cena

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DemenciaWhere stories live. Discover now