〔 𝙅𝙄𝙉𝙓 ➳ mala suerte, o creencia de que una persona u objeto brinda mala suerte. 〕
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Ley'ra, una integrante del clan Metkayina, había perdido todo atisbo de esperanza y aceptado su cruel destino.
Sin embargo, quizá su perspectiva cam...
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Ya habían pasado varios días desde aquel trágico percance que alertó a todos sobre la salud de Kiri. En ese tiempo tanto Ley'ra como sus primos prefirieron guardar algo de distancia, dejando a los Sully recomponerse de tal susto. Ya parecían ser parte de la tribu; y cómo no, si llevaban aproximadamente más de un mes conviviendo con los metkayina.
Actualmente la fémina se encontraba en su hogar, terminando de deshacer las trenzas que Tsireya le había hecho. No era por nada, apreciaba su esfuerzo, pero no tenía ganas de volver a ser confundida con ella por llevar el mismo peinado. Sin embargo, la verdadera odisea llegó en el momento en que todo su cabello estuvo suelto; ¿y ahora qué se supone que haría?
Apretó sus labios con fuerza mientras pensaba. Tenía ganas de verse bonita, quizá de esa forma podría impresionarlo. Por eso mismo dejarlo suelto así como así no era una opción, demasiado simple; y un recogido tampoco le convencía, ya lo había llevado y no era tan atractivo.
Tras un largo rato meditando, se dignó a separar unos mechones a cada lado de su cabeza, formando un flequillo. Comenzó a trenzar aquella división hasta la mitad más o menos, solo para después llevarlas hacia atrás de su cabeza y atarlas con ayuda de un accesorio de conchas marinas para que formasen una colita. Al finalizar acomodó su pelo, implorando a los cielos que se viera bien mientras daba un suspiro.
Se levantó, y luego de eso sus pies parecieron moverse por sí solos, encaminándose al hogar de los omaticaya antes de que siquiera pudiera darse cuenta. El porqué no lo sabía exactamente, solo quería estar ahí. Aunque quizá no fue tan buen idea, pues al llegar inevitablemente se puso algo nerviosa; debería haber preparado alguna excusa al menos.
— ¿Tú eres Ley'ra? — Una voz femenina pero imponente a sus espaldas llamó su atención.
Al girarse se encontró de frente con la matriarca de la familia, por lo que le mostró su respeto al dirigir tres dedos a su frente como saludo.
— Así es. — Afirmó con voz suave, aunque no tenía idea de cómo es que la mayor sabía de ella.
Le pelinegra le regaló una pequeña sonrisa con cierto deje maternal, deshaciéndose así de su porte firme.
— Neteyam salió un momento junto a Lo'ak y Jake, pero podrías esperarlo dentro. — La de orbes celestes sintió sus mejillas calentarse a la vez que sus orejas se agachaban y su cola se movía algo inquieta ante la mención del muchacho.
— No quiero molestar, solo me preguntaba si Kiri ya estaba mejor. — Vaya mentira más barata, y encima obvia.
Neytiri lo notó, aunque más bien supo leer el lenguaje corporal de la joven; después de todo, ella igual había estado enamorada. No obstante, para ser más exactos, la hembra conocía demasiado bien a su hijo mayor. Neteyam siempre había estado demasiado centrado en sus tareas, aprendiendo a ser el próximo Olo'eyktan como tenía predestinado; realmente no conocía nada más. Perder todo aquello de forma tan repentina fue un duro golpe, y como madre le asustaba la idea de que su primogénito acabara perdiéndose; pero al contrario, parecía haberse encontrado y ser él mismo más que nunca. Todo gracias a ella.
