〔 𝙅𝙄𝙉𝙓 ➳ mala suerte, o creencia de que una persona u objeto brinda mala suerte. 〕
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Ley'ra, una integrante del clan Metkayina, había perdido todo atisbo de esperanza y aceptado su cruel destino.
Sin embargo, quizá su perspectiva cam...
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El sonido de las alarmas en Awa'atlu consiguen alterar a Ley'ra, quien estaba en su marui recogiendo algunas cosas. La última vez que sonaron era para recibir a unos intrusos que no resultaron más que ser los Sully buscando refugio, por lo que no sabía qué esperar; aunque al comenzar a escuchar las exclamaciones alegres de su gente supo de qué se trataba.
Al asomarse confirmó sus sospechas, observando a sus hermanos espirituales regresar luego de un largo periodo de migración. Tsireya se paseaba por los alrededores en un ilu, anunciando la buena noticia. Aquello generalmente emocionaba mucho a los metkayina, era una obvia razón para festejar el darle la bienvenida a los tulkun que básicamente formaban parte de su familia.
Sin embargo, Ley'ra no tenía a nadie a quien recibir. Su hermana espiritual e incluso el de su padre murieron aquel fatídico día, mientras que el único que quizá podría reconfortarla estaba exiliado de manera injusta. Esa escena sólo le hacía revivir su trauma, sintiendo como su respiración se hacía pesada a la vez que su cuerpo se tensaba y sus ojos se cristalizaban. Estaba por entrar en una de sus ya frecuentes crisis, cuando una voz familiar llamó su nombre.
— ¡Ley'ra! — Exclamó Neteyam con una sonrisa, llegando a su lado con entusiasmo. La presencia del chico la calmó, aunque aún se notaba que algo le afligía y él pudo percibir eso. — ¿Sucede algo? — Ladeó un poco su cabeza, tomando con cuidado la muñeca de la más baja.
— No tengo a nadie a quien recibir. — Susurró con un hilo de voz tembloroso, lleno de dolor.
Neteyam tragó en seco ante eso, bajando sus orejas con tristeza. Había ido a pedirle que fueran a ver a los tulkun juntos sin siquiera considerar los sentimientos de la fémina. No sabía nada de aquello, por lo que no tenía la culpa; pero igual algo de pesadez se instaló en su pecho.
Observó hacía el mar, viendo aún cómo el resto de na'vi se adentraban al agua y montaban a los ilu o incluso a los skimwing para acercarse a sus hermanos espirituales.
— No te preocupes por mi, deberías ir. — Susurró la de orbes celestes, soltándose con delicadeza del agarre del varón. — Lamento no poder acompañarte.
— Prefiero quedarme contigo. — Contradijo con rapidez, deteniendo a la menor al tomarla una vez más por la muñeca, impidiendo que entrara a su hogar.
Ella lo observó con rapidez, teniendo sentimientos encontrados. Apreciaba muchísimo que quisiera seguir a su lado incluso si eso suponía perderse el espectáculo, pero se sentiría muy culpable si por ella Neteyam no acudía a aquel reencuentro; los habitantes de aquella luna empatizaban demasiado con la naturaleza, simplemente era su vida entera.
Se debatió internamente por un instante, algo que el muchacho notó cuando la vista de la fémina se agachó de forma pensativa. Le dio su tiempo, esperando pacientemente hasta que ella estuvo lista. Una vez eso sucedió, Ley'ra levantó la cabeza para hacer contacto visual con él pelinegro.
