XIII. BÉISBOL

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Cuando los mellizos regresaron a casa, el animo de Kailani había caído al ver como Teddy cambiaba su color de cabello a uno rosa chicle, como el que Dora mantenía siempre.

El pequeño Lupin había tomado la costumbre de cambiar su cabello al color de la persona de que quería que lo cargara. Si quería a su madrina lo cambiaba a rojo, si quería a su abuela lo cambiaba a castaño, o si quería a su padrino a negro.

Pero ninguno sabía que hacer cuando su cabello cambiaba a un rosa chicle.

Quería a su mamá.

Pero ella ya no estaba.

Al ver el animo de su hermana, Harry decidió quitarle la restricción de no más de dos dulces que él y Andy mantenían para mantener a la adicta bajo control. 

Si hubiera sabido lo que se le vendría no lo hubiera echo.

Kailani terminó comiéndose dos bolsitas de gomitas, cuatro barras de chocolate semi amargo, muchas paletas de limón y tres de las cinco manzanas acarameladas que Jasper le había comprado en su cita.

Cuando Andrómeda llegó a casa luego de un relajante día de spa, vio un punto rojo correr de esquina a esquina con un pollo en la cabeza y un bowtruckle agarrado de las plumas de este mientras Harry la perseguía tratando que no terminara estrellándose contra una pared.

La pelirroja había comido tanta azúcar que se encontraba muy energética saltando y corriendo de aquí a allá sin control. Kaily al verla se acercó a darle un rápido abrazo, fue tan repentino que no le dio tiempo ni de corresponder ya que se había ido corriendo a quien sabe donde.

—Por eso mismo está la regla de los dulces —dijo viendo a un cansado Harry.— Ahora tenemos que cansarla.

Ambos cerraron los ojos son tener otra opción, si le lanzaban un hechizo para detenerla, al día siguiente toda esa energía sin gastar volvería aún peor.

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Rosalie estaba verdaderamente molesta y sin dejar que Alice terminara de hablar, azotó la mensa con la palma de su mano, rompiéndola en el proceso.

—¿Isabella se los dijo? —preguntó con el ceño fruncido.

Emmett rodeó su cintura en un intento de calmarla mientras Edward rodaba los ojos.

Jasper pudo sentir el miedo de Rosalie y no supo el explicarse el por qué de aquel sentimiento. Él no lo sabía, pero ella tenía miedo a que ellos se alejaran y les tuvieran miedo, "Los terremotos esmeralda" como recientemente Emmett los había nombrado, se convirtieron rápidamente en personas muy importantes para ella y su pareja.

—Ellos lo sabían desde el primer día —dijo Jasper.

—¿Cómo dices? —Edward preguntó luego de unos segundo en completo silencio.

𝐒𝐄𝐌𝐏𝐈𝐓𝐄𝐑𝐍𝐎 | Jasper HaleWhere stories live. Discover now