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— Discúlpeme
 
 
 
Los ojos del hombre se volvieron hacia Jimin. No podía ver bien su cara porque no llevaba puestos sus anteojos en ese momento. Pero si pudo percibir que los ojos del hombre se habían vuelto notablemente agudos. Aún así, Jimin no retrocedió y se acercó un paso más.
 
 
 
—Si está poniendo un reclamo, debe decir dónde y cómo sufrió el daño, cuándo y cómo resultó herido, y qué tipo de compensación desea. Tampoco no puedes amenazar con despedir al empleado de otra persona.
 
  
Las cejas rectas del hombre se movieron de una vez.
 
  
—¿Otros empleadores?
 
 
 
Era una voz que arañaba el corazón de quienes la oían. Tal vez sea porque no ve bien, sólo preguntó una vez en tono bajo, pero al escucharla le hizo sentir una tremenda presión. Fue una sensación impresionante, pero Jimin se contuvo de temblar y apretó el puño.
 
 
 
—No sea tan agresivo. Está obstruyendo seriamente el negocio.
 
  
—¿En serio?
 
 
 
El hombre parecía verdaderamente muy enojado. Ante eso Jimin bajó la cabeza para ocultar su estremecimiento, sin embargo sabía que no había hecho nada malo. A propósito, examinó el rostro del hombre de aspecto borroso de arriba para abajo. Y con voz clara, le espetó.
 
 
 
—Tú te ves bastante bien. ¿Dime, qué está mal contigo?
 
 
 
El empleado que estaba al lado golpeaba una y otra vez el pie con nerviosismo y miraba alternativamente entre Jimin y el hombre. Parecía tener miedo de que este incidente lo afectara hasta cuatro meses después de sucedido. Jimin señaló a la empleada con la barbilla.
 
  
—Me disculpo
 
  
—Bueno, señor, no es eso…
 
 
 
Extendió la mano hacia la empleada, que lucía muy asustada y la calmó.
 
  
—Todo está bien. No te preocupes
 
  
—No, cliente, no es eso…
 
 
 
Esta vez, incluso un empleado que estaba tratando con otro cliente quería dar un paso al frente al ver la incómoda situación. Jimin mantuvo sus ojos en el hombre que estaba frente a él. Se veía molesto, pero él no se avergonzaba en lo absoluto, seguía mostrando una apariencia digna, y por lo visto parece que no tenía mucho que decir esta vez. Sí, tal vez no tenga nada que decir. Claramente era un verdadero idiota.
 
 
 
—Escúcheme. Le voy a contar lo que está sucediendo…
 
 
 
Jimin, que estaba preparándose para hablar, miró hacia afuera y cerró la boca. El autobús acababa de llegar afuera del edificio del hotel. ¡Tenía que subir a ese bus!
 
 
 
—¡No! ¡el autobús!
 
 
 
Jimin arrastró el carrito de su maleta tal como estaba. Algo cayó de su cuerpo y golpeó el piso detrás de él, pero ni siquiera lo notó. Tenía que esperar unas horas si lo perdía, eso le angustiaba porque ya perdió mucho tiempo tratando de lidiar con ese perdedor.
 
 
 
Una vez a bordo del autobús, Jimin se dio cuenta de que había dejado una de sus pertenencias después de su partida. —El espejo de mano… que era de mi mamá. No podía volver, así que tendría que volver al trabajo y llamar al complejo. De alguna manera sentía su bolsillo vacío al no tenerlo consigo.
 
 
 
Por otro lado, el personal en el vestíbulo del hotel todavía estaba confundido después de que Jimin se fuera. El hombre al frente miró fijamente a la puerta por donde se había ido Jimin, y no pasó mucho tiempo después de que desapareció cuando volvió a mirar al personal.
 
 
 
Tan pronto como sus ojos se encontraron, el empleado se encogió. No es por lo que el hombre les hizo hace un rato. Sino porque sabía quién es el hombre.
 
 
 
—Tan pronto como regrese el gerente, vuelva a capacitarse con el manual de respuestas
 
 
 
—Sí, Director Ejecutivo
 
 
 
El personal inclinó la cabeza con expresiones llenas de precaución, luego el hombre se dio la vuelta y caminó por el vestíbulo, quitándose la chaqueta que había visto Jimin. La hizo a un lado con disgusto, como si estuviera tirando la basura, al ver ese gesto un hombre se acercó rápidamente para tomarla.
 
 
 
—Director Ejecutivo, estamos esperando con el coche. Le dijo el hombre mientras tomaba la chaqueta. Los caros zapatos que avanzaban suavemente sobre el vestíbulo, se detuvieron de repente. El hombre miró hacia atrás y el empleado se asustó, pero los ojos del hombre se posaron donde había estado Jimin, no en él.
 
  
—…¿Qué es ese olor?
 
  
El alto hombre frunció el ceño, el malestar se reflejó en su rostro. Aunque respiró hondo, no pudo volver a percibir el aroma.
 
 
 
El hombre miró hacia donde había estado Jimin.  Y en eso vio el viejo espejo de mano que había caído al suelo.

99% Compatibles ♥︎ KMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora